martes, 19 de julio de 2011

Compartir para que otros conozcan al Señor

Conozcamos al Señor; vayamos tras su conocimiento. Tan cierto como que sale el sol, él habrá de manifestarse; vendrá a nosotros como la lluvia de invierno, como la lluvia de primavera que riega la tierra.
Oseas 6:5.


Lectura diaria: Oseas 6:1-10. Versículo para destacar: Oseas 6:5.


ENSEÑANZA


Si nos volvemos al Señor y empezamos a conocerlo en su esencia y reconocerlo como lo que Él es, el Señor no se quedará quieto, comenzará de un modo u otro a mostrarnos su grandeza. Sin embargo, para que se conozca al Señor, tiene que haber gente comprometida con la causa; personas idóneas que lleven el mensaje de la cruz a los incrédulos. Podemos compaginar la causa de compartir del Señor para unos; como la consecuencia de esta acción: conocer al Señor para otros. Porque ¿cómo pueden conocerlo si no hay quien les instruya? Pablo le insta a Timoteo lo siguiente: “Predica la Palabra; persiste en hacerlo, sea o no sea oportuno; corrige, reprende y anima con mucha paciencia, sin dejar de enseñar” (2 Ti. 4:2). Esto es: ¡Hazlo a tiempo y a destiempo! ¡A diestra y siniestra! ¿Cuántas veces no hablamos del Señor porque creemos que no es el momento pertinente? Nuestra responsabilidad es hacer que los demás conozcan al Señor de la misma manera que lo hemos conocido nosotros. Si queremos que el mensaje se propague y el mundo pase de la oscuridad del pecado a la luz de la salvación, no podemos quedarnos callados.

Este es el verdadero amor que debemos practicar: el regalo de la salvación y lo que Dios nos demanda: “Lo que pido de ustedes es amor y no sacrificios, conocimiento de Dios y no holocaustos” (v. 6), y es el mandato del Señor a todo el que se dice ser su discípulo (Mt. 28:19-20).

Si nunca has oído de Jesús de Nazaret o te ha sido indiferente, quizá este es el tiempo para ti. Jesús desea que le aceptes en tu vida como Señor y Salvador; te puedo guiar con una corta oración y así llegarás a conocerlo y experimentar su grandeza y poder. Oremos:

Amado Jesús: Yo te necesito. Te abro la puerta de mi corazón para que seas mi Señor y Salvador; perdona mis pecados, toma el control del trono de mi vida y hazme la persona que quieres que yo sea. Gracias Señor por venir a morar conmigo, por perdonarme y limpiarme; por darme la vida eterna y todo el poder de tu Santo Espíritu para contemplar tu santidad y lo maravilloso que eres. En tu nombre Jesús, amén.

Un abrazo y bendiciones.

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