martes, 12 de julio de 2011

la mujer ejemplar ciñe una corona

La mujer ejemplar es corona de su esposo.
Proverbios 12:4.


Lectura diaria: Proverbios 31:10-31. Versículo para destacar: Proverbios 12:4.


ENSEÑANZA


Después de reencontrarme con mi amiga que compartió conmigo parte de la niñez y por supuesto la época de juventud, fue muy gratificante estar en su casa reunidos celebrando su cumpleaños. ¡Qué linda familia la que tiene! En ella se cumple exactamente lo que dice Proverbios 31:28: “Sus hijos se levantan y la felicitan; también su esposo la alaba”, porque en verdad: “Se reviste de fuerza y dignidad, y afronta segura el porvenir” (Pr. 31:25). He podido constatar su amor, dedicación, ternura y amabilidad hacia sus hijos siendo una madre extraordinaria; igualmente como esposa, según las palabras de su cónyuge, ha sido ejemplar. “Ella es corona de su esposo”. Ser corona, significa que él la admira y la tiene siempre en muy alta estima; se siente orgulloso de la mujer que eligió para compartir su vida y eso fue precisamente lo que percibí en sus palabras al hacer el brindis. ¡Qué bonito!

Siguiendo con Proverbios 31 el versículo 30 afirma: “Engañoso es el encanto y pasajera la belleza; la mujer que teme al Señor es digna de alabanza”. Mi querida amiga siempre fue muy admirada y de hecho tuvo muchos pretendientes, pero muy dentro de su corazón aprendió que el verdadero significado para ser una gran mujer es el temor al Señor. Fui partícipe de su entrega al Señor y esto me produce un orgullo demasiado sano.

“Sean reconocidos sus logros y públicamente alabadas sus obras” (Pr. 31:31). Para ti mi querida Myri que has sido como mi hermana dedico este devocional. Déjame decirte que siempre te he admirado por el hogar que construiste y he aprendido muchas lecciones a través tuyo.


Para ustedes amigos que me leen, también Dios desea que sean personas ejemplares; el temor al Señor es el principio de la sabiduría y podemos lograrlo cuando le entregamos la vida a Jesús. ¿Deseas hacerlo? Te puedo dirigir con una oración como ésta:


Amado Jesús: Yo te necesito. Confieso que soy pecador y vengo a ti para aceptarte como mi Señor y Salvador personal. Perdona mis pecados y enséñame a amarte y honrarte con el temor que mereces. Gracias Señor por venir a morar conmigo; por perdonarme y limpiarme; y por llevarme hacia una nueva vida de tu mano. Amén.


Un abrazo y bendiciones.

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