martes, 26 de julio de 2011

El mensaje es para hoy

Si ustedes oyen hoy su voz, no endurezcan el corazón.
Hebreos 3:15.


Lectura diaria: Hebreos 3:7-15. Versículo para destacar: Hebreos 3:15.


ENSEÑANZA


El mensaje es que Cristo Jesús, vino hace dos mil años a la tierra, haciéndose hombre igual que nosotros para cumplir fielmente la misión encomendada por el Padre y llevar sobre sus hombros todo el peso de pecados, sufrimientos, dolores y enfermedades (Is. 53:4). Jesucristo, padeció al punto de ser crucificado sin tener culpa alguna; así como lo profetizó desde muchos años antes el profeta Isaías, se cumplió. No quedó en Él ningún parecer ni figura humana: “Muchos se asombraron de él, pues tenía desfigurado el semblante; ¡nada de humano tenía su aspecto!” (Is. 52:14); “Por su conocimiento mi siervo justo justificará a muchos, y cargará con las iniquidades de ellos” (Is. 53:11b). Así es; Dios en su infinita misericordia nos envió un Redentor, pues la relación del hombre con Dios se había interrumpido desde el mismo momento en que Adán y Eva desobedecieron en el Edén; Jesús es el puente que todos tenemos que cruzar si queremos llegar a Dios Padre. “De hecho, en ningún otro hay salvación, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres mediante el cual podamos ser salvos” (Hch. 4:12). La Biblia que es la Palabra de Dios, el Manual dejado por Dios para que el hombre sepa como gobernar su vida, nos dice claramente que tenemos que nacer de nuevo, no de carne sino del Espíritu (Jn.3:5), para poder entrar en el reino de los cielos.


Jesús está llamando a la puerta de tu vida hoy: “Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye hoy mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo” (Ap. 3:20); hoy precisamente que lees quizá por primera vez este devocional, el mensaje es para ti. ¿Cómo puedes abrirle la puerta? Simplemente con una pequeña oración, con tus propias palabras. “Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para ser justificado, pero con la boca se confiesa para ser salvo” (Ro. 10:8-10). Si lo haces, de inmediato te convertirás en hijo de Dios: “Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios” (Jn. 1:12). ¡Este mensaje es para ti! Por favor, ¡no endurezcas más el corazón! ¿Deseas abrirle la puerta? Te puedo guiar con una oración como esta:


Señor Jesucristo: Yo te necesito. Confieso con mi boca que eres el Hijo de Dios que vino a morir por mí y que resucitaste para darme vida eterna contigo. Hoy decido abrirte la puerta de mi corazón para que seas mi Señor y Salvador personal. Ven a mí, perdona mis pecados, toma el control del trono de mi vida y llévame de la mano contigo. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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