lunes, 18 de julio de 2011

MISIÓN DE UNA MADRE

Desde tu niñez conoces las Sagradas Escrituras, que pueden darte la sabiduría necesaria para la salvación mediante la fe en Cristo Jesús.
2 Timoteo 3:15.


Lectura diaria: 2 Timoteo 3:10-17. Versículo para destacar: 2 Timoteo 3:15.


ENSEÑANZA


Aquí vemos la importancia de la madre al levantar a sus hijos en la fe de Cristo. Las nuevas generaciones que ya conocen al Señor Jesús, tienen una misión clara frente a sus hijitos y es llevarlos a los píes del Señor. Lo que se aprende de niños, jamás se olvida y el temor a Dios es la mejor herencia que se les puede dejar e incluso por encima del estudio. Nada se gana si levantamos hombres y mujeres ilustres que llegarán muy alto en la sociedad pero si su alma todavía está en oscuridad, los tesoros cosechados aquí en la tierra, se quedarán aquí, mientras que los tesoros para la gloria de Dios perdurarán por siempre. Timoteo fue instruido en la fe cristiana primero por su abuela y después por su madre (2 Ti. 1:5).

Quizá pensemos que nuestros hijos ya olvidaron los cimientos que levantamos en ellos durante su niñez, o que las amistades o incluso sus estudios los alejarán del Señor, pero no. Un día, en el menos pensado, Dios actuará con poder y les mostrará su infinito amor haciéndoles recordar sus principios en la fe cristiana. Las oraciones de una madre junto con su vida como testimonio, tienen gran influencia sobre sus hijos. Aprendamos a actuar como la madre y abuela de este joven discípulo de Pablo para que nuestros hijos y nietos desde sus primeros albores se impacten y conozcan al buen Jesús que guiará sus vidas a través de las Sagradas Escrituras.


Y si no le conoces todavía, te invito a hacer una pequeña oración:


Señor Jesucristo: Yo confieso con mi boca y creo en mi corazón que tú eres el Hijo de Dios que viniste a morir y padecer por mí. Creo que tu bendita sangre me limpia de todos mis pecados. Hoy decido aceptarte como mi Señor y Salvador; mi pasado queda atrás porque tú haces de mí una nueva persona. Gracias Señor por perdonarme y limpiarme; gracias porque ahora sé que contigo tengo la salvación. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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