–¡No hace falta que nos defendamos de su majestad! Si se nos arroja al horno en llamas, el Dios al que servimos puede librarnos del horno y de las manos de Su Majestad.Daniel 3:16-17.
Lectura diaria: Daniel 3:1-30. Versículos para destacar: Daniel 3:16-17.
ENSEÑANZA
Envidiable la fe, fortaleza y decisión de estos judíos que decidieron no contaminarse ni dejarse influenciar por las costumbres idolátricas de los babilonios. Así fue que cuando se emitió una orden y se obligaba a todos inclinarse ante la estatua de oro que el rey Nabucodonosor había mandado erigir, estos hombres no lo hicieron a sabiendas de que serían lanzados a un horno de fuego preparado para todo aquel que desobedeciese la orden.
Ellos, ante la reclamación del rey, respondieron que no lo harían porque sabían en cuál Dios habían creído y tenían la seguridad que el Dios Altísimo, los salvaría. Era tal su resolución y convicción que además afirmaron: “Pero aún si nuestro Dios no lo hace así, sepa usted que no honraremos a sus dioses ni adoraremos a su estatua” (v. 18). Ante estas afirmaciones, fueron arrojados al horno en llamas de donde Dios los libró completamente. Esta situación permitió que el Rey volteara los ojos hacia el verdadero Dios: “Entonces exclamó Nabucodonosor: “¡Alabado sea el Dios de estos jóvenes, que envió a su ángel y los salvó! Ellos confiaron en él y, desafiando la orden real, optaron por la muerte antes que honrar o adorar a otro dios que no fuera el suyo” (v28). Esta decisión permitió la conversión del rey y el decretar la muerte para todo el que se atreviera a hablar en contra del Dios de los jóvenes judíos.
La lección para aprender: tener la firme convicción de que nuestro Dios es Todopoderoso; capaz de voltear las situaciones a favor, no solamente para protegernos sino también para desplegar su poder y soberanía, permitiendo que los que no crean se les abran los ojos y acepten su grandeza.
Te invito a unirte a la familia del único Dios y Rey que enseñorea por encima de todo reino. Si es tu deseo podemos orarle así:
Señor Jesucristo: Yo te necesito y te abro la puerta de mi vida para que seas mi Señor y Salvador personal. Toma el control del trono que yo manejo, perdona mis pecados y hazme la persona que quieres que yo sea. Gracias Señor por hacerlo, y permite que mi fe crezca de modo que nunca dude de tu poder. En tu nombre Jesús, amén.
Un abrazo y bendiciones.
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