martes, 5 de julio de 2011

Aprender a entregar los hijos a Dios

Ahora yo, por mi parte, se lo entrego al Señor.
1 Samuel 1:28.


Lectura diaria: 1 Samuel 1:15-28. Versículo para destacar: 1 Samuel 1:28.


ENSEÑANZA


Solamente con el tiempo, es que una madre entiende la importancia de entregarle sus hijos al Señor. Definitivamente no pueden estar en mejores manos que en las que el Dios que los formó en el vientre y los vio nacer. Entonces, el Señor mismo se encargará de llevarlos y guiarlos por el mejor camino. El hacerlo junto con enseñarles desde pequeños el temor a Dios: “Instruye al niño en el camino correcto, y aún en su vejez no lo abandonará” (Pr. 22:6), permitirá que por más que se quieran salir de su mano, Él no los abandonará. Cual ovejitas descarriadas, las tomará; si tienen heridas se encargará de curarlas y con ternura las llevará nuevamente a su redil.

He tenido que aprender a separarme de mis hijos sea porque se han ido a estudiar o a vivir a otro país o porque se han casado; sin embargo, a pesar de mi tristeza me queda el gran consuelo de que mi Señor velará por ellos y los protegerá. Ana, la protagonista de la lectura de hoy, también debió sufrir mucho al dejar a su hijito, pero el Señor le recompensó su sacrificio, rompiendo por completo su esterilidad, dándole tres hijos y dos hijas más(1 S. 2:21). A nosotras también nos recompensará cuando tengamos el gusto de verlos salir avante y ser exitosos.

Como enseñanza, aprendamos a entender que los hijos no nos pertenecen, solamente son para que los administremos de la mejor manera; que el Padre y Señor de ellos es Dios; por consiguiente es nuestro deber entregárselos al gran Amo con los mejores frutos producto de lo encomendado por Él. Descansaremos en el Señor y nos quitaremos un gran peso de encima porque en mejores manos no pueden estar.


Jesucristo vino a perdonar tus pecados y morir por ti, Él es el único que puede conducirte por el mejor camino. Si quieres dejarte guiar, lo puedes hacer con una corta oración como ésta:


Señor Jesucristo: yo te necesito y te abro la puerta de mi vida para que seas mi Señor y Salvador. Perdona mis pecados y toma el control del trono que hasta ahora yo manejo, y hazme la persona que deseas que yo sea. Gracias Jesús por perdonarme y limpiarme; gracias por llevarme contigo hacia la vida eterna y enseñarme a descansar en ti. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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