domingo, 3 de julio de 2011

El don del servicio

No niegues un favor a quien te lo pida, si en tu mano está el otorgarlo. Nunca digas a tu prójimo: “vuelve más tarde; te ayudaré mañana”, si hoy tienes con qué ayudarlo.
Proverbios 3:27-28.


Lectura diaria: Proverbios 3:21-35. Versículos para destacar: Proverbios 3:27-28.


ENSEÑANZA


Cada día las personas se encierran más en sus actividades o problemas y tienen mucho menos tiempo para compartir con su prójimo. Actualmente en el Conjunto dónde vivimos, escasamente nos saludamos y en muchas ocasiones ni siquiera conocemos a los vecinos más cercanos; en la época de mi adolescencia vivíamos en un Conjunto residencial, donde todos nos conocíamos, éramos como una sola familia y esto nos hacía más sensibles a los problemas ajenos. Eso me hace pensar en cuánto han cambiado los tiempos; ya no existe ni la camarería, ni la confianza, ni el entusiasmo y la calidez de antaño. El atafago, el apresuramiento y la misma tecnología nos impulsan a tener todo listo para ayer, sin darnos el menor tiempo para pensar siquiera en nosotros mismos y mucho menos en los demás. ¿Cómo vamos a brindar una ayuda si no hay tiempo? ¿Cómo tender la mano al necesitado, si el trabajo lo abarca todo? Somos cómplices del uso del mal tiempo y de la esclavitud del trabajo. Dos situaciones que no deberíamos dejar que nos dominen “Todo me está permitido, pero no dejaré que nada me domine” (1 Co. 6:12b); “Todo está permitido, pero no todo es constructivo. Que nadie busque sus propios intereses sino los del prójimo” (1 Co. 10:23b-24). Considero que para hacer un favor y tender la mano al despojado no necesitamos sino buena voluntad. Los cristianos especialmente deberíamos cuestionarnos: ¿por qué nos cuesta tanto hacer el bien? Es muy duro que se diga una y otra vez: “mañana seguro”; “esta tarde sí”; “qué pena, se me olvidó”; “lo tengo pendiente”. Con absoluta seguridad puedo afirmar que estas frases son humillantes; no solamente la persona tiene que hacer un gran esfuerzo para valerse sino que además de eso tiene que implorar compasión para ver si por fin obtiene el favor esperado. El Señor nos manda a no cansarnos de hacer el bien y si no tenemos ese don de servicio, debemos pedírselo; Él pondrá en nosotros el querer como el hacer por su buena voluntad (Fil. 2:13).


El Señor Jesús vino a hacernos el favor más grande: a pagar por nuestras faltas y culpas. A través de Él, podemos reflejar en otros su amor. ¿Deseas compartir con Jesús esta experiencia? Te puedo sugerir una oración como esta:


Amado Señor: Sé que soy pecador y te pido perdón por ello. Ven a mi vida, perdona mis pecados y hazme como deseas que yo sea. Gracias Jesús por hacerlo y poner en mí tu santa voluntad para dar lo mejor a mi prójimo. Gracias por perdonarme y limpiarme; gracias por llevarme contigo hacia la vida eterna. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: