jueves, 28 de julio de 2011

Arrepentimiento para florecer

Piensa bien lo que dirás y vuélvete al Señor con este ruego: Perdónanos nuestra perversidad, y recíbenos con benevolencia, pues queremos ofrecerte el fruto de nuestros labios.
Oseas 14:2.


Lectura diaria: Oseas 14:1-9. Versículo para destacar: Oseas: 14:2.


ENSEÑANZA


Cuando no logramos salir airosos con los objetivos trazados debemos recapacitar y preguntarnos: ¿Hay algo escondido que no nos deja salir avante? Entonces, reflexionemos y pidamos la ayuda del Espíritu Santo quien es el que nos redarguye de pecado y va hasta lo más escondido de nuestro ser para mostrarnos la transgresión oculta. Cuando humildemente nos acercamos a Dios, Él no tardará su respuesta: “Yo corregiré su rebeldía y los amaré de pura gracia… Yo seré para Israel como el rocío, y lo haré florecer como lirio” (v. 4). Así es; si queremos florecer de nuevo, muy seguramente el Señor tendrá que podarnos y colocarnos nuevamente en el sitio, al igual que la matica que está caída, desvalida y ya no retoña. No importa, la lección se aprende y Dios nos reprende porque nos ama como buen Padre.

Lo esencial es entender que el Señor no nos dejará a la deriva ni mucho menos caídos; nos levantará para volver a tomar vuelo y permitirá que nuevamente nos cubramos con su manto: “Volverán a habitar bajo mi sombra, y crecerán como el trigo”; “¡Soy yo quien te responde y cuida de ti!” (vv. 7 y 8b). ¡Hasta dónde llega el amor y la misericordia de nuestro Dios!

Termina no solo este capítulo de Oseas sino todo su libro con las siguientes palabras: “El que es sabio entiende estas cosas; el que es inteligente las comprende. Ciertamente son rectos los caminos del Señor: en ellos caminan los justos, mientras que allí tropiezan los rebeldes” (v. 9). Dios no renuncia a su propósito aún si nuestros pecados quiebran su corazón. Gracias a Dios su amor y sanidad están al alcance de quien se arrepiente.


Un corazón arrepentido Dios jamás rechazará. Así tus pecados sean tan rojos como escarlata o como púrpura, Él los dejará tan blancos como la nieve (Is. 1:18); no importa ni la cantidad ni la calidad de tus caídas, solo le importa al Señor tu actitud de arrepentimiento y el deseo de empezar de nuevo. ¿Deseas arrepentirte? Para eso vino Jesús, a llevar por ti, el peso de tus transgresiones y darte una nueva vida; a permitir que reiteradamente de las entrañas de la aurora, recibas el rocío de tu juventud (Sal. 110:3b), solamente tienes que rendirte en sus brazos y el Señor actuará. Si así lo deseas podemos orar:


Señor Jesucristo: Yo te necesito. Sé que soy pecador y estoy arrepentido; te abro la puerta de mi vida y te pido que tomes el control de ella para que hagas de mi la persona que quieres que yo sea. Gracias Señor por venir a morar conmigo, por perdonarme y limpiarme; por regenerarme y permitirme volver a florecer contigo. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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