jueves, 21 de julio de 2011

La obediencia y los sacrificios

El obedecer vale más que el sacrificio, y el prestar atención, más que la grasa de los carneros.

1 Samuel 15:22b.


Lectura diaria: 1 Samuel 15:1-30. Versículo para destacar: 1 Samuel 15:22b.


ENSEÑANZA


¿Por qué cuesta tanto obedecer? Los cristianos deberíamos ser el ejemplo contundente respecto a la obediencia. Personalmente creo que la obediencia está tan arraigada al ser humano por ser la causa para que se cayera en pecado desde el inicio de la humanidad. Nosotros, tenemos que dejar el viejo hombre atrás, el Adán que viene enraizado en el pecado y empezar a vivir una vida nueva con Cristo, el Hombre nuevo que nos vino a transformar y darnos la salvación.

En nuestra lectura del día, Dios le había ordenado a Saúl que destruyera por completo a los amalecitas, pues aparte de que era un pueblo típicamente pecador, ellos, no les permitieron el paso por su tierra a los israelitas cuando iban hacia la Tierra Prometida. Saúl sin embargo, le perdonó la vida al rey de Amalec y preservó las mejores ovejas y vacas, supuestamente para ofrecerlas en sacrificio al Señor ( vv 9 y 21). A Dios no se le puede engañar ni sobornarlo con dinero; simplemente hay que obedecer. Obedecer, significa oír inteligentemente; esto es escuchar, prestar atención a lo mandado. He ahí la importancia de la obediencia en la vida cristiana, estamos tan acostumbrados a hacer lo que nos parezca, que poco o nada nos interesa acatar una orden. “La rebeldía es tan grave como la adivinación, y la arrogancia, como el pecado de la idolatría” (v. 23); palabras con las que le responde el sacerdote Samuel al rey Saúl. Su desobediencia, le costó el trono.

Aprendamos la lección: ¿De cuántas cosas no nos libraríamos si obedeciéramos como es el deseo del Señor? Pongamos en la balanza las actuaciones y preguntémonos que le agrada más a Dios, por ejemplo: ¿lacerarse la espalda o dejar de mentir? ¿Hacer un día entero de ayuno o robar con cuello blanco?


Jesús vino a darnos ejemplo de obediencia, y podemos instruirnos de Él cuando le invitamos a ser parte nuestra. Si es tu deseo seguirle, puedo guiarte con una corta oración; dile así:


Señor Jesús: yo te necesito, te abro la puerta de mi vida para que seas mi Señor y Salvador. Toma el control del trono de mi vida, perdona mis pecados y haz de mí la persona que quieres que yo sea. Amén.


Un abrazo y bendiciones.

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