lunes, 28 de marzo de 2011

Plegaria sincera por santidad

Instrúyeme Señor en tu camino para conducirme con fidelidad. Dame integridad de corazón para temer tu nombre.
Salmo 86:11.


Lectura actual: Salmo 86:1-17. Versículo para memorizar: Salmo 86:11.


ENSEÑANZA


David con su corazón dispuesto siempre a Dios, le pide que le enseñe el camino correcto para seguirle. Le pide que le dé integridad de corazón para temerle. Esta debe ser la oración constante del creyente, porque es muy fácil desviarse del camino y muy viable dejarse llevar por el mundo, cometiendo faltas que a los ojos de Dios son inaceptables. Si no somos consistentes, es fácil caer. Por ejemplo: vamos a comprar algo y al facturarlo el dependiente nos dice: “¿con iva o sin iva?”. (El iva es un impuesto sobre las ventas en mi país). Vacilamos pensando rápidamente en tantas cuentas por pagar y casi que inconsciente se responde: “sin iva”. ¿Será que esto le agrada a Dios? Es que ni siquiera debemos dar píe a la pregunta. El Señor dijo: “Entonces, denle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mt. 22:21). Dios nos manda pagar todo impuesto establecido; que los dirigentes lo roben o no lo utilicen honradamente ya no es problema nuestro, son ellos los que tendrán que dar cuenta a Dios de sus actuaciones. Y como en este caso, se presentan a diario múltiples situaciones, donde debemos estar bien sintonizados con la Palabra de Dios para no caer en tentaciones que nos desviarán del camino correcto. El cristiano debe buscar la santidad y esta se resume muy bien en la siguiente definición, le escucho continuamente a mi pastor: limpieza de pensamiento, pureza de corazón e integridad de conducta. El Señor dijo: “Sed santos como vuestro Padre es santo” (Mt. 5:48, R.V). Pidámosle al Señor cada mañana, que nos guíe por la senda del bien para desarrollar la santidad que Él desea de nosotros.


Te invito a orarle a Jesús, para que sea el mismo Señor quien te dirija por su camino:


Amado Jesús: Te pido que entres en mi vida y seas mi Señor y Salvador personal. Perdona mis pecados y hazme la persona que quieres que yo sea. Enséñame a conducirme de acuerdo a tus estatutos para hacer tu voluntad y agradarte con mis actos. Gracias Señor por venir a morar conmigo, por limpiarme y perdonarme y por darme la salvación. En tu nombre Jesús, he orado, amén.


Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: