miércoles, 23 de marzo de 2011

El consuelo viene a través del Espíritu Santo

No se angustien. Confíen en Dios y confíen también en mí.
Juan 14:1.


Lectura diaria: Juan 14:1-27. Versículo para memorizar: Juan 14:1.


ENSEÑANZA


Estas palabras son para todos los discípulos del Señor. Tenemos que tener la confianza suficiente para saber que Él en toda situación está presente. ¡Qué rico sería tener al Señor como el mejor amigo! De hecho lo es porque ya no nos llama siervos sino amigos (Jn. 15:15) y aquel amigo es la persona en quien se puede confiar ya sea en las buenas o en las malas. Para que en verdad Jesús sea nuestro amigo, debemos platicar el dialogo constante. Moisés estaba seguro de ello porque “Hablaba con el Señor cara a cara, como quien habla con un amigo” (Éx. 33:11) y por consiguiente confiaba en su amigo: “También me has dicho que soy tu amigo y que cuento con tu favor” (Éx. 33:12). Esta es la actitud que debemos tomar todos los que le hemos conocido y nos consideramos sus discípulos: Estar en continua comunicación. Para que sea dialogo, también debemos aprender a escucharle, es importante hacerlo. Es hermoso que antes de morir el Señor, se acordara de hacernos saber que no estaríamos solos, Él le pediría al Padre que nos enviara al gran Consolador para que siempre nos acompañara (v. 16), “el Espíritu de verdad a quien el mundo no puede aceptar porque no lo ve ni lo conoce” (v. 17); y nos sigue afirmando que nosotros lo conocemos porque vive con nosotros y estará con nosotros (v.17b). Cuando aceptamos al Señor Jesús en nuestra vida, vienen también a morar, el Padre y el Espíritu Santo; y es el Espíritu Santo quien siempre intercede por aquellos que han confesado a Jesús como su Salvador personal. No estamos solos aunque la situación se torne cada vez más difícil, el Señor Jesús nos ha dejado su Santo Espíritu para que nos consuele y llene de Él; de otra manera, sería difícil llevar las cargas cotidianas. El fruto de la paz que nos da el Señor, es diferente a la del mundo, es una paz que sobrepasa la adversidad y que a la vez nos fortalece; por eso no debemos angustiarnos ni acobardarnos (v. 27), porque entonces, no tendríamos diferencia alguna con el resto de la gente. Lo que tenemos que hacer es buscarle y hablarle como al mejor amigo.


Jesús vino a ofrecer esa paz y consuelo a todos los que se acojan bajo su manto. Si aún no lo has hecho, te invito a orar para que así sea:


Señor Jesús: Te necesito. Sé que soy pecador y que moriste por mí en una cruz. Ven a mi vida. Te acepto como mi Señor y Salvador personal. Perdona mis pecados y lléname de tu Santo Espíritu para lograr el consuelo y la paz que no tengo. Gracias Señor por hacerlo. Amén.


Un abrazo y bendiciones.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que lindo saber estos temas sobre el esplritu santo

Dora C. dijo...

Muchas gracias. El Señor le bendiga y toda la honra y gloria sea para Él.