martes, 8 de marzo de 2011

El Señor hace la obra

No digas: “Soy muy joven”, porque vas a ir a dondequiera que yo te envíe, y vas a decir todo lo que yo te ordene.
Jeremías 1:7.


Lectura diaria: Jeremías 1:4-19. Versículo para memorizar: Jeremías 1:7.


ENSEÑANZA


El Señor llamó a Jeremías siendo muy joven con estas palabras: “Antes de formarte en el vientre ya te había elegido; antes de que nacieras ya te había apartado; te había nombrado profeta para las naciones” (v. 4). Este llamamiento asustó a Jeremías y quiso excusarse con Dios, recordándole que no solo era joven sino también defectuoso en el habla; tal parece que era tartamudo. Sin embargo para Dios, estos no son impedimentos cuando quiere usar una persona. Moisés también le sacó esa disculpa al Señor (Éx. 4:10), le dijo que le costaba hablar y el Señor le respondió que era Él quien ponía la boca en el hombre; le ordenó entonces: “Anda, ponte en marcha, que yo te ayudaré a hablar y te diré lo que debas decir (Éx. 4:12); y fue Moisés quien sacó y dirigió a Israel hasta la tierra prometida.

No hay excusa para quien el Señor llama y al final todos somos llamados a llevar su mensaje de salvación. También fue una orden impartida a sus discípulos antes de la ascensión: “vayan y hagan discípulos de todas las naciones” (Mt. 28:19), y sus discípulos somos los que le hemos conocido y le seguimos. Dios no mira condiciones, quizá primero tenemos que humillarnos y bajar la cabeza fuertemente para reconocerle y después sí, ser usados. Dios procede de acuerdo a su soberanía y cumplirá en cada uno de nosotros su propósito. Como lección, dispongamos el corazón para dejarnos usar de acuerdo a su santa voluntad y dejemos que la obra la haga el Señor.


Si deseas conocer a Cristo como Señor y Salvador personal te sugiero la siguiente oración:


Señor Jesucristo: Yo te necesito y te abro la puerta de mi vida para que entres y perdones mis pecados. Quiero entrar a formar parte de tu discipulado y que me uses para la gloria tuya. Gracias Jesús por venir a morar conmigo, por perdonarme y limpiarme y por darme todo el poder de tu Santo Espíritu. En tu santo nombre, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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