viernes, 18 de marzo de 2011

¡Él está aquí!

–¿Y dónde está ese hombre? –le preguntaron. –No lo sé –respondió.
Juan 9:12.


Lectura diaria: Juan 9:1-41. Versículo para memorizar: Juan 9.12.


ENSEÑANZA


El capítulo nos narra la historia del hombre pordiosero que nació ciego de nacimiento y el Señor lo sanó. Como estaban acostumbrados a verlo mendigar, extrañados se preguntaban si sería el mismo. Al confirmarles que lo era, le cuestionaban sobre el cómo había resultado viendo y contaba su historia una y otra vez: “Ese hombre que se llama Jesús hizo un poco de barro, me lo untó en los ojos y me dijo: “Ve y lávate en Siloé”. Así que fui, me lavé, y entonces pude ver” (v. 11). Por supuesto los fariseos no lo aceptaban y buscaban la manera de acusarlo, diciendo que no era de parte de Dios porque lo había sanado en sábado; que Jesús era hombre pecador e incluso ya dudaban de que el hombre hubiese nacido ciego. Con mucha sabiduría el nuevo vidente les contesta: “-Si es pecador, no lo sé… Lo único que sé es que yo era ciego y ahora veo” (v. 25). Cómo seguían molestándole e insistiendo que ni siquiera sabían de dónde había salido Jesús, les responde: “-¡Allí está lo sorprendente! Que ustedes no sepan de dónde salió, y que a mí me haya abierto los ojos… Si este hombre no viniera de parte de Dios, no podría hacer nada” (vv. 30-33).

La ceguera espiritual es peor que la ceguera física. El hombre del relato era ciego físicamente, y tuvo la oportunidad de conocer al Señor como su Salvador personal directamente por Él (vv. 35-38); tenía un corazón agradecido y estaba dispuesto a testificar sobre Jesús; mientras que los fariseos, religiosos e hipócritas, eran ciegos espiritualmente. Es más culpable el que ve y no cree que el que es ciego (V. 41).


El Señor está aquí. Vino a darle luz a la humanidad y no quiere que nadie perezca sino que todos lleguen al arrepentimiento. En especial, hoy está tocando a la puerta de tu vida para quitarte la ceguera espiritual y que puedas ver con claridad quién es Él. Está para comprobarte que es quien dijo ser y no un charlatán más. ¿Deseas abrir tus ojos espirituales? Te invito a orar así:


Amado Jesús: ¡Abre mis ojos! Quiero verte y contemplar tu poder y majestad. Reconozco que soy pecador pero ven a mi vida y perdona mis pecados. Toma el control del trono que ahora yo manejo, y sé tú mi conductor. Gracias Señor por venir a morar conmigo y darme la salvación. ¡Creo que eres el Dios verdadero! En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones,

Dora C.

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