miércoles, 2 de marzo de 2011

Perdonar, perdonar y perdonar

Aún si peca contra ti siete veces en un día, y siete veces regresa a decirte “me arrepiento”, perdónalo.
Lucas 17:4.


Lectura diaria: Lucas 17.1-6. Versículo para memorizar: Lucas 17:4.


ENSEÑANZA


Desafortunadamente una de las cosas más difíciles es perdonar. No tenemos en cuenta cuántas veces el Señor ha tenido que perdonarnos y actuamos en esas ocasiones con orgullo y altivez. Perdonar, es simplemente tener la disposición de hacerlo sin peros ni señales. El perdón es incondicional. Nada de “perdono pero no olvido” o “perdono pero no quiero saber de esa persona” o “es que no me nace volver a verla”, etc. etc. Muchas veces al actuar de ese modo, sin darnos cuenta, ponemos en aprietos a los que están a nuestro lado y eso no es justo. La tercera persona no tiene por qué pagar sobre los incidentes de dos contrincantes.

El Señor nos manda en la lectura del día: primero a no ser piedra de tropiezo para nadie. Quizá al dejar de perdonar, resultamos siendo tropiezo para otros y lo peor es casi siempre no son convertidos. Segundo, hay que perdonar no una, ni dos, ni tres veces en un día, son siete veces. En Mateo 18:22, el Señor le responde a Pedro que debe perdonar hasta setenta y siete veces. La versión Reina Valera es más contundente: “setenta veces siete”. Sea alguna de las dos, lo que el Señor nos quiere enseñar es que no hay límite para perdonar. Al perdonar, encontramos paz y es el primer paso para la sanidad interior; puede ser difícil pero para eso el cristiano tiene la ayuda del Espíritu Santo quien es el que pone en el corazón el amor, la misericordia y la voluntad para decir sinceramente: “Te perdono”.


Si te sientes atado por falta de perdón, te sugiero busques a Jesús, quien no se escatimó en lo más mínimo para perdonarte y darte la salvación. Si deseas podemos orar:


Señor Jesucristo, yo te necesito, te abro la puerta de mi vida y te recibo como mi Señor y Salvador personal. Perdona mis pecados y hazme la persona que deseas que yo sea. Gracias por venir a morar conmigo, por perdonarme y limpiarme y por darme todo el poder de tu Santo Espíritu para tener la capacidad de perdonar a mis enemigos. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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