viernes, 25 de marzo de 2011

El Espíritu Santo y su obra regeneradora

Pero cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta sino que dirá sólo lo que oiga y les anunciará las cosas por venir.
Juan 16:13.


Lectura diaria: Juan 16:5-15. Versículo para memorizar: Juan 16:13.


ENSEÑANZA


El Señor instruía a sus discípulos sobre el Espíritu que vendría sobre ellos cuando Él ascendiera al Padre. Ya les había dicho que no estarían solos, porque les enviaría un Consolador. Ellos inicialmente no comprendían las palabras del Señor pero cuando descendió el Espíritu Santo sobre todos los que estaban reunidos el día de Pentecostés (Hch. 2:1-4) y fueron llenos de su presencia, el temor y la vergüenza desaparecieron y surgió el poder y el denuedo para hablar de Jesús de Nazaret a los que les increpaban, al punto de llevarlos a la conversión (Hch. 2:37-38). Es el Espíritu Santo quien puede convencer a una persona del error en que vive respecto al pecado, a la justicia y al juicio (v. 8); es por tanto Él, quien lo guiará a la verdad que es Jesucristo. Dice más adelante en la lectura del día lo siguiente: “Él (Espíritu Santo), me glorificará porque tomará de lo mío y se lo dará a conocer a ustedes” (v. 14, cursivas añadidas). ¡Esta es la obra magnífica del Espíritu Santo!: Persuadir al hombre para que confiese y crea en Aquel que vino a morir en su lugar. Fue lo sucedido en Pentecostés. El antiguo temeroso Pedro, se levantó y de lo que había visto y conocía comenzó a hablarle a la multitud. Los que le escuchaban le dijeron: “–Hermanos, ¿qué debemos hacer? –Arrepiéntanse y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados –les contestó Pedro– , y recibirán el don del Espíritu Santo” (Hch. 2:37-38). Es el Espíritu Santo el que puede regenerar y hacer un hombre nuevo; tomará de lo de Jesús para darlo a conocer a quien decida aceptarlo en su vida.


Quizá también te estarás preguntando ¿qué debo hacer? ¡Arrepiéntete! Jesús está listo para darte todo lo de Él y guiarte por la senda hacia la salvación. “En efecto, la promesa es para (ti)” (Hch.2:39). Con una sencilla oración puedes hablarle. Te sugiero la siguiente:


Señor Jesús: Vengo a ti, arrepentido de mis pecados y transgresiones. Te recibo como mi Señor y Salvador personal, toma mi vida y haz con ella lo que deseas para mí. Gracias por perdonarme y limpiarme. Gracias por darme la vida eterna y todo el poder de tu Santo Espíritu para enseñarme a dirigir mis pasos contigo. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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