viernes, 11 de marzo de 2011

El decálogo de vida

Yo soy el Señor tu Dios. Yo te saqué de Egipto, del país donde eras esclavo.
Éxodo 20:2.


Lectura diaria: Éxodo 20:1-17. Versículo para memorizar: Éxodo 20:2.


ENSEÑANZA


Los Diez Mandamientos institucionalizados por Dios mismo, fueron para el pueblo de Israel las normas que deberían seguir para llevar una vida limpia delante de Él. Estos mandatos son actualmente vigentes para el pueblo cristiano y debemos tenerlos en cuenta como la primera prioridad. Al igual que a Israel, el Señor nos recuerda que nos hace libres porque nuestro Egipto se convierte virtualmente en la vida pecaminosa que llevábamos y de la cual nos libera al conocer a Aquel que vino a darnos libertad: Jesucristo.

El primero: “No tengas otros dioses además de mí. No te hagas ningún otro ídolo, ni nada que haga semejanza con lo que hay arriba en el cielo, ni con lo que hay abajo en la tierra, ni con lo que hay en las aguas debajo de la tierra” (vv. 3-4), se resume en lo afirmado por el Señor en Mateo 22:37: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente –le respondió Jesús–. Este es el primero y el más importante de los mandamientos”. Teniendo a Dios como el eje principal en la vida, lo demás es más fácil de practicar. El decálogo sigue con: no pronunciar el nombre del Señor a la ligera; Acordarnos del día de reposo; el cuarto muy importante y muchas veces dejado a un lado, es el primer mandamiento con promesa: “Honra a tu padre y a tu madre, para que disfrutes de una larga vida en la tierra” (v. 12). No mates, no cometas adulterio, no robes, no des falso testimonio y no codicies lo ajeno. En una palabra no hagamos nada que no quisiéramos nos hagan a nosotros. Como conclusión: Aprendamos a vivir en paz con Dios, haciéndoles el bien a los demás. Si obedecemos y los practicamos, nos evitaremos muchos dolores de cabeza


Si tu deseo es vivir de acuerdo a las norma dictadas por el Creador, te invito a encontrar ese modo de vida a través de Jesucristo. Podemos orar así:


Señor Jesús: Yo te necesito y te abro la puerta de mi vida para que seas mi Señor y Salvador personal. Perdona mis pecados y hazme la persona que quieres que yo sea. Gracias por venir a mí, por perdonarme y limpiarme y enseñarme a vivir de acuerdo a tus estatutos. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: