lunes, 21 de marzo de 2011

Hay que ser radical

Tomaron ramas de palma y salieron a recibirlo, gritando a voz en cuello:—¡Hosanna! —¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! —¡Bendito el Rey de Israel!
Juan 12:13.


Lectura diaria: Juan 12:12-19. Versículo para memorizar: Juan 12:13.


ENSEÑANZA


La multitud seguía al Señor en su mayoría por interés, porque vieron en Él, más a quien les dio de comer que al Altísimo que multiplicó los panes y peces; más al que los libró de sus enfermedades que al Sanador por excelencia; más al que podía resucitar muertos que al merecedor de toda la gloria por hacerlo. Sin embargo, todos ellos, por un motivo u otro le homenajearon en la entrada a Jerusalén. Lo aclamaban y gritaban loores, pero muy seguramente fueron semillas que cayeron en terreno pedregoso, que al principio recibieron su enseñanza con alegría y gozo, pero como no tenía raíz, cuando llegaron los problemas y la persecución, se apartaron de Él (Mc. 4:16-17). No hay otra manera de entender cómo todos estos que lo aclamaron triunfalmente, en dos o tres días, estaban gritando que lo crucificaran.

Hay que conocer al Señor con toda la mente, con todo el corazón y con todas las fuerzas. Como lo que Él quiere que lo hagamos: por encima de todo y de todos (Mat. 22:37). Cuando lo amamos de esta manera, somos radicales en nuestra convicción y nada ni nadie podrán cambiarnos el parecer. De lo contrario, seremos cual veletas que nos moveremos de acuerdo al viento que llegue. Aprendamos a conducirnos por fe y no por sentimientos. Es indiscutible que la emoción llegue, pero por encima de ella, está la fe y es la que debe predominar para que seamos verdaderos testigos del Señor ante los demás. Seamos radicales defendiendo el nombre del Señor, sin tampoco dejarnos llevar por fanatismos. El radical muere por sus ideas, el fanático mata por las suyas.


Si deseas conocer a Jesús, como tu Salvador personal, te invito a orar así:


Amado Jesús: Reconozco que soy pecador. Te entrego mi vida para que la controles tú. Gracias por venir a mí, por perdonarme y limpiarme; y por darme todo el poder de tu Santo Espíritu para comportarme de acuerdo a lo que esperas de mí. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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