¿Podrá el hombre hallar un escondite donde yo no pueda encontrarlo? –afirma el Señor–. ¿Acaso no soy yo el que llena los cielos y la tierra? –afirma el Señor–.Jeremías 23:24.
Lectura diaria: Jeremías 23:16-32. Versículo para memorizar: Jeremías 23:24.
ENSEÑANZA
Gracias a Dios los cristianos sabemos que el Señor siempre está presente en nuestras vidas y que pase lo que pase no se marchará de nuestro lado. Esta certeza nos da confianza y alivio. Es como el bálsamo que nos inunda y recuerda día a día que somos sus hijos y estamos dentro de su mano. Los inconversos creen que pueden hacer y deshacer y que nadie los está mirando, pero están engañados, no hay nada oculto para Dios, ni ningún escondite que valga; Dios es omnipresente y por consiguiente está en todo lugar en completa plenitud y gloria. En la lectura, el Señor le habla a Jeremías sobre los que se dicen profetas y hablan mentiras en su nombre, ninguno ha estado en el consejo del Señor y por consiguiente han desviado a su pueblo. Desafortunadamente, en la actualidad muchas iglesias que se llaman cristianas, se dejan llevar como en este caso más por la euforia y el deseo de enriquecimiento que por la verdadera Palabra de Dios “¿Hasta cuándo seguirán dándole valor de profecía a las mentiras y delirios de su mente?”. ¿“No es acaso mi palabra como fuego, y como martillo que pulveriza la roca?” (vv. 26 y 29). Hay que tener mucho cuidado sobre lo predicado y siempre volver a las Escrituras para confrontar lo escuchado, porque de todas maneras los pastores o predicadores también se equivocan, y si lo hacen ingenuamente o por falta de conocimiento se entiende, no son infalibles; quizá hablan en la carne y no bajo el poder del Espíritu Santo. Lo terrible es para aquellos que utilizan el evangelio con otros fines y engañan a los feligreses haciéndose pasar por pastores ciertos. Estos no son verdaderos. Terrible porque el juicio de Dios recaerá con más fuerza, pesará sobre sus hombros el desvío de las ovejas y recaerá el “¡Ay!” sobre ellos. ¿Será que tampoco creen que el Señor los está mirando? ¿O hablan de su omnipresencia sin ninguna convicción?
Sea lo que sea, Jesús vino a derramar su sangre por los pecadores: mentirosos, impostores, abusadores, adúlteros, idólatras, criminales, etc. La única manera de tener acceso a Dios y lavarnos de toda culpa es aceptar lo que Él hizo en reemplazo por nosotros, e invitarle a que tome nuestra vida para hacernos personas nuevas. ¿Es tu interés hacerlo? Te puedo sugerir la siguiente oración:
Señor Jesucristo: Yo te necesito; te abro la puerta de mi vida y te recibo como mi Señor y Salvador. Toma el control de ella y haz de mí la persona que deseas que yo sea. Gracias por perdonar mis pecados y por darme la vida eterna. En tu nombre Jesús, amén.
Un abrazo y bendiciones.
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