sábado, 26 de marzo de 2011

La oración del Señor

No te pido que los quites del mundo sino que los protejas del maligno.
Juan 17:15.


Lectura diaria: Juan 17:1-26. Versículo para memorizar: Juan 17:15.


ENSEÑANZA


Esta oración del Señor hecha al Padre cuando ya veía venir sobre Él toda su agonía, es maravillosa. No oró de acuerdo a su naturaleza divina, sino como hombre. Desbordó su corazón ante Dios Padre, primero reconociendo la grandeza de su poder y la autoridad conferida por el Padre para glorificarlo y que el mundo les conociera juntamente (vv. 1-5). Oró por sus discípulos: “Padre santo, protégelos con el poder de tu nombre, el nombre que me diste, para que sean uno, lo mismo que nosotros” (v. 11). Sabiendo que vendrían muchísimos detrás, también ora por todos los creyentes: “No ruego sólo por éstos. Ruego también por los que han de creer en mí por el mensaje de ellos” (v. 20).

Todo el capítulo es una sola oración y de todo podemos aprender; sin embargo, personalmente considero que el versículo del día es muy trascendental para el diario vivir del creyente. Es muy importante anotar que el Señor dijo: “No te pido que los quites del mundo”, Él como humano sabía que así no queramos, estamos en este mundo y no solo la carne sino los afanes del mismo y el maligno, estarían acosándonos para tratar de desviarnos del camino. Por eso es mejor guardar prudencia y no caer como tropiezo poniendo cargas a los de la Iglesia, con frases como: “No te pongas”, “no comas”, “no hables”, “no te vistas”, de tal o cual modo. Estamos en el mundo y en una ocasión le escuché a un líder cristiano lo siguiente que es muy cierto: “No podemos impedir que los pajaritos vuelen sobre nuestra cabeza; lo que sí podemos impedir es que hagan nido en ella”. ¡Estamos en el mundo! Pisamos tierra, no vivimos en el aire ni en otra dimensión. Sentimos, lloramos, nos quejamos, nos reímos y sufrimos al igual que cualquier otra persona. El Señor le pide al Padre es que nos guarde del maligno, porque bien sabe de sus artimañas. Vivimos en el mundo pero no podemos dejar que el mundo nos envuelva; debemos comportarnos correctamente y ser luz en las tinieblas, porque no podemos pensar que vivimos en una isla donde nadie nos toque ni nos mire ¿cómo podríamos dar testimonio de ese modo? Esta es la lección que he aprendido y la cual les quiero compartir hoy.


Si nunca has conocido a Jesús como tu Salvador, te invito a hacerlo en este momento:


Señor Jesucristo: Yo te necesito; te abro la puerta de mi vida y te recibo como mi suficiente Señor y Salvador; perdona mis pecados. Te entrego el trono de mi vida para que me guíes por la senda correcta. Gracias Señor por venir a morar conmigo, por perdonarme y limpiarme; gracias por darme la vida eterna y gracias también porque sé que le has pedido al Padre celestial por mí. Enséñame a caminar contigo como es tu deseo. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: