sábado, 17 de abril de 2010

¿A quién tengo sino a ti?

¿A quien tengo en el cielo sino a ti? Si estoy contigo, ya nada quiero en la tierra.

Salmo 73:25.

Lectura diaria: Salmo73:1-28. Versículo del día: Salmo 73:25.

ENSEÑANZA

¿Cuántas veces nos ocurre lo mismo que al salmista? Asaf, quien escribió este Salmo, no podía entender por qué al malvado, aparentemente todas las cosas le salen bien. Dice en el verso 3: “Sentí envidia de los arrogantes, al ver la prosperidad de esos malvados”. Habla de ellos describiéndolos como fuertes y saludables; sin afanes y sin importarles los infortunios de los demás. Les gusta la violencia y están llenos de malas intenciones. Oprimen, amenazan, se burlan y hablan con doblez. Increpan a Dios y sin embargo, aumentan sus riquezas (versos 4-12). Dice el salmista: ¿De qué me sirve mantener mi corazón limpio y mis manos lavadas en la inocencia, si todo el día me golpean y de mañana me castigan?” (Versos 13-14). Si nos hacemos todas estas preguntas y tratamos de comprenderlas, resultamos cargados; solamente llegando a la presencia del Señor y aprendiendo de su Palabra, pidiéndole discernimiento y sabiduría, entenderemos el destino de los malvados y comprenderemos que Dios los ha puesto en terreno resbaladizo y ellos mismos van hacia su propia destrucción. Entonces, ¿por qué envidiarles, si todo lo de ellos es apariencia y llegará el día en que el Señor los desenmascare? Cuando logramos concebir lo que le espera al impío, no nos queda más que agradecerle a Dios por por su infinita misericordia hacia nosotros y habernos mirado con amor al hacernos sus hijos. A pesar de las dificultades que pasemos como cristianos, que siempre estemos confiados en su protección porque en verdad, “¿A quién tengo en el cielo sino a ti? Podrán desfallecer mi cuerpo y mi espíritu, pero Dios fortalece mi corazón; él es mi herencia eterna” (versos 25-26). Dios no se queda con nada guardado y sea bueno o malo, tarde que temprano tendrá su recompensa.

Un abrazo y bendiciones.

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