sábado, 3 de abril de 2010

La promesa del Espíritu Santo

Dentro de poco el mundo ya no me verá más, pero ustedes sí me verán. Y porque yo vivo, también ustedes vivirán.

Juan 14:19.

Lectura diaria: Juan 14:15-31. Versículo del día: Juan 14:19.

ENSEÑANZA

Aunque el mundo no vería más al Señor Jesús, Él tuvo cuidado de dejarnos un Consolador para que no nos sintiéramos huérfanos “Y yo le pediré al Padre, y él les dará otro Consolador para que los acompañe siempre” (verso 16); por eso, nosotros los cristianos tenemos la certeza de estar siempre con el Señor. Gracias a Dios, Él murió pero no se quedó muerto. Su tumba está vacía porque resucitó para darnos vida y vida en abundancia. Su resurrección es para que creamos que no moriremos para siempre, también resucitaremos. Su resurrección, sinónimo de gloria, de triunfo; triunfo del cual nos hace partícipes y por el cual también vivimos sin temor, sabiendo que el futuro que nos espera es promisorio; “en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros “, afirma Pablo en una de sus Cartas (Romanos 8:18). Y Ninguna condenación hay para los que estamos unidos a Cristo, su Espíritu de vida nos ha liberado de la ley del pecado y de la muerte (Romanos 8:1-2). Su palabra se cumplió: “En aquel día ustedes se darán cuenta de que yo estoy en mi Padre, y ustedes en mí, y yo en ustedes (Juan 14:20). Gracias a Dios, Padre Celestial por hacernos tus hijos; gracias al Señor Jesús, por venir a redimirnos; y gracias al precioso Espíritu Santo, nuestro Gran Consolador por llenarnos con su presencia y poder. Gracias, porque no estamos solos; porque Él vive y mora con nosotros.

Un abrazo y bendiciones.

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