sábado, 24 de abril de 2010

La belleza no lo es todo

Mardoqueo tenía una prima llamada Jadasá. Esta joven, conocida también como Esther, a quien había criado porque era huérfana de padre y madre, tenía una figura atractiva y era muy hermosa. Al morir sus padres, Mardoqueo la adoptó como su hija.

Ester 2:7.

Lectura diaria: Ester 2:1-18. Versículo del día: Ester 2:7.

ENSEÑANZA

Ester, una mujer judía criada bajo los principios de su pueblo y la disciplina impuesta por su primo Mardoqueo, se convirtió en el instrumento de Dios para salvar al pueblo de Israel del exterminio; su belleza había impactado al rey por lo cual la coronó como su reina. Después de que Amán tramó asesinar a los judíos que vivían en el reino de Asuero, por iniciativa de Mardoqueo decidió ayunar por tres días junto con los suyos y resueltamente se presentó ante el rey, sin saber si éste la recibiría u ordenaría la pena de muerte por ir sin su consentimiento. Ester, era ese tipo de mujer envidiable: hermosa, apacible y carismática: “El corazón alegre, hermosea el rostro”(Proverbios 15:13 Versión Reina Valera) ; tenía el don de simpatía ante todo el que la veía (verso 15). No solo su belleza era de admirar, la tenacidad de su carácter y la decisión de sacar adelante el cometido ordenado la llevó a afirmar: “¡Y si perezco, que perezca!” (Ester 4:16). La reina Ester sabía muy bien que su belleza era efímera; era consciente que lo que en realidad valía era su belleza interior. Los valores enseñados por su primo y la práctica de sus convicciones, sometida a la ley judía la habían enriquecido interiormente. Si en la actualidad se tuviera el verdadero respeto y temor por Dios y si desde las aulas primarias se enseñara a creer en un Dios misericordioso y amoroso, se le buscaría con corazón sincero y su amor llevaría a tenerlo por encima de las banalidades que ofrece el mundo moderno. Las niñas sabrían que no necesitan llegar a la anorexia y la bulimia para sentirse aceptadas. Entenderían que el cigarrillo, el trago y el sexo no son necesarios para creerse mujer. La juventud se está asentando sobre cimientos de arena que al menor viento tiran la toalla y no resisten las angustias y fracasos que normalmente se presentan, al punto de desear la muerte y llegar al suicidio. Mujeres: nosotras jugamos un papel muy importante en la sociedad; enseñemos a nuestras hijas a valorar la vida y sacarle a la belleza el mayor provecho pero de la mano de Dios. “Engañoso es el encanto y pasajera la belleza; la mujer que teme al Señor es digna de alabanza”. No sigamos el juego del consumismo haciéndole creer a nuestras niñas que el cuerpo es un “dios”, y que es necesario hacer lo imposible para tenerlo perfecto.

Un abrazo y bendiciones.

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