domingo, 18 de abril de 2010

Sobre relaciones sexuales ilícitas

No imitarán ustedes las costumbres de Egipto, donde antes habitaban, ni tampoco las de Canaán, a donde los llevo. No se conducirán según sus estatutos, sino que pondrán en práctica mis preceptos y observarán atentamente mis leyes.

Levítico 18:3-4.

Lectura diaria: Levítico 18:1-30. Versículo del día: Levítico 18:3-4.

ENSEÑANZA

En el Antiguo Testamento el Señor Dios, dejó para su pueblo unas leyes que deberían cumplir para no contaminar la tierra. En el Nuevo, nosotros somos su pueblo, somos su linaje escogido y a pesar de que estamos en el periodo de la gracia, esto no quiere decir que nos desbordemos a pecar deliberadamente. El mismo Señor Jesucristo dijo lo siguiente: “No piensen que he venido a anular la ley o los profetas, no he venido a anularlos sino a darles cumplimiento” (Mateo 5:17). Aunque a muchos no les guste es necesario hablar sobre las leyes dejadas por Dios, respecto a las relaciones sexuales: “No te acostarás con un hombre como quien se acuesta con una mujer. Eso es una abominación. No tendrás trato sexual con ningún animal. No te hagas impuro por causa de él. Ninguna mujer tendrá trato sexual con ningún animal. Eso es una depravación” (versos 22-23). Más adelante dice el capítulo de lectura que por estas prácticas las naciones y la tierra se contaminaron. Indiscutiblemente cada día aparecen más enfermedades venéreas al punto de ser incurables como el SIDA. Se cree que esta enfermedad llegó por prácticas de esta naturaleza; si Dios dijo que no se hiciera de esa manera era porque sabía las consecuencias que esto podría ocasionarle al hombre. El apóstol Pablo nos lo afirma en su carta a los romanos: “La ira de Dios viene revelándose desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los seres humanos, que con su maldad obstruyen la verdad” y más adelante: “Por eso Dios los entregó a los malos deseos de sus corazones, que conducen a la impureza sexual, de modo que degradaron sus cuerpos los unos con los otros” (Romanos 1:18 y 24). Sería bueno complementar la lectura con esta porción de Romanos donde se nos habla de mujeres y hombres que cambiaron el uso normal de las relaciones sexuales y se lanzaron a pasiones lujuriosas. Esto no está escrito simplemente por capricho o porque sí; es una ley natural impuesta por Dios y debemos obedecerla. Nosotros como cristianos debemos saber y entender que somos los privilegiados de Dios y por consiguiente ser diligentes en cumplirlas. Ahora que no podemos tampoco levantarnos contra el homosexual o lesbiana y acusarlos con el dedo. Recordemos que Dios ama al pecador, pero aborrece el pecado. ¿Cuántos hombres y mujeres afectados por esta práctica ha restaurado Dios? Para Dios no existen los imposibles y menos cuando tienen que ver con la salvación. Dios no quiere que nadie se pierda sino que todos lleguemos a conocerle y tener la vida eterna.

Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: