miércoles, 7 de abril de 2010

Tiempos pasados, ¿mejores?

Nunca digas: ¿Cuál es la causa de que los tiempos pasados fueron mejores que estos? Porque nunca de esto preguntarás con sabiduría.

Eclesiastés 7:10.


Lectura diaria: Eclesiastés 7:1-15. Versículo del día: Eclesiastés 7:10

ENSEÑANZA

Creo que personalmente estoy experimentando exactamente lo que dice el verso de estudio. Encontrarme en aquella tierra que amo tanto, en mi llano inmenso e inmerso en algo que aún no puedo descifrar; me hace pensar si en verdad aquellos tiempos pasados fueron mejores que los actuales. Si soy sincera, tengo que decir que sí. Indiscutiblemente para mí, fueron tiempos de éxito, abundancia, prosperidad, amor y comprensión. Aquí aprendí a desarrollar talentos que estaban quietos pero esperando una oportunidad; aprendí a gozar del calor con brisa veranera y de lluvias con tormentas angustiosas. Aprendí, que no necesitaba estar en una gran ciudad, para seguir a mi Señor. Este llano, me dejó innumerables satisfacciones: una adolescencia de mis hijos extremadamente sana, una gran amiga que siempre estuvo a mi lado; múltiples conocidos y allegados que supieron valorar mis sentimientos; Un hogar con calor de amor, superación y tolerancia. Y uno de mis mejores regalos de Dios: una hija perteneciente a esta clase de gente emprendedora y fuerte, para que me acompañara como hoy, en mis cuitas y alegrías. Sería ser muy desagradecida si no reconociese todas las bondades que esta tierra linda me brindó. Sin embargo, vuelvo y reflexiono como siempre: ¿Quién soy yo para cuestionar los planes de Dios? ¿Si más que nadie he aprendido que sus caminos no son los míos y que sus planes son diferentes a los que yo me he trazado? Al correr del tiempo he podido comprobar que todo lo anterior que creía poseer en realidad no era mío y que todo en la vida es una ilusión. Como dice el gran predicador “Vanidad de vanidad, todo es vanidad”, (versión Reina Valera) o “todo es un absurdo” (Nueva Versión Internacional). Además, de entender el nuevo propósito de Dios en mí, he aprendido muchísimas lecciones en estos años de regreso a la capital. Tuve que aprender a bajar la cabeza, a doblegar mi orgullo y a seguir a mi Señor sea gozando con el bien o llevando la adversidad. Las pruebas que he pasado en estos últimos años, han pesado tanto que a veces se me ocurre han sido eternidad. “Lejos está lo que fue” (verso 24). Cada nuevo día, le pido al Señor sabiduría para entender sus designios y no desviarme del camino verdadero, que al final será el único que me conducirá a la meta celestial. Si en verdad crees que tus tiempos pasados fueron mejores, mi consejo es darle gracias a Dios por todo lo que te proveyó y empezar a vislumbrar tu nueva vida bajo los parámetros que Él te está ofreciendo actualmente.

Un abrazo y bendiciones.


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