lunes, 19 de abril de 2010

Liberarse de las escamas

Al instante cayó de los ojos de Saulo algo como escamas, y recobró la vista. Se levantó y fue bautizado.

Hechos 9:18.

Lectura diaria: hechos 9:1-31. Versículo del día: Hechos 9:18.

ENSEÑANZA

Si hay un relato que me apasione leer en la Biblia es el de la conversión de Pablo. Un hombre que se ufanaba de perseguir a los cristianos y que en el momento del martirio de Esteban estaba ahí presente, consintiendo semejante crimen. Pero Dios, para quien nada es imposible y que demarca el camino de los hombres, tenía otros planes diferentes para él. El cielo va a estar lleno de Saulos convertidos en Pablos. Nasis matones restaurados por Dios y regenerados por el Evangelio; Guerrilleros, paramilitares, políticos corruptos, homosexuales y lesbianas; hombres depravados y malhechores completos que llegaron en su momento a los píes de Jesús y Él les liberó y enseñó otro camino diferente del que llevaban. En el cielo, se dice, vamos a tener múltiples sorpresas. Vamos a encontrarnos con los que menos pensábamos. ¡Gloria a Dios! Por eso es importante que los creyentes no nos quedemos callados sin predicar a Aquel que nuestras vidas cambió. ¿Cuántos van por el mundo dándose coces y coces si querer reconocer al Mesías enviado para salvación? O ¿Cuántos tienen los ojos llenos de escamas que no les permite vislumbrar el amor de Dios? Y ¿Cuántos buscan degradar el cristianismo y a Jesucristo mismo? Estoy convencida que cuando el hombre sinceramente trata de convencerse de que Dios no existe, el mismo Señor, lo lleva a sus pies y lo convence de pecado mostrándole su existencia de manera real y palpable; esto le ha sucedido a muchos, empezando por el mismo Pablo. También le sucedió a Josh MacDowel quien queriendo refutar al Señor Jesucristo, cayó de rodillas reconociéndolo como Señor y Salvador de su vida. ¿Es tu caso parecido al de Saulo de Tarso? Te invito para que hoy te dejes seducir por Jesús y permitas que Él con sus manos amorosas te quite las escamas que no te permiten ver la obra redentora de la cruz. No sigas persiguiendo más al Señor de la vida, ni continúes denigrando de los cristianos, ni de la labor de sus ministros y pastores; si tienen fallas deja que sea el mismo Dios quien se las entienda con ellos y tú, simplemente haz lo que te corresponde: déjate lavar con su sangre derramada por ti y acéptale en tu vida como Señor y Salvador. ¿Deseas hacerlo? Te puedo guiar con una oración como ésta: No te conocía Señor, pero me has cautivado como a Pablo. Deseo que caigan de mis ojos todo lo que me está tapando la vista y me produce esta ceguera espiritual. Deseo conocerte y para esto, tengo que invitarte a estar conmigo y poder entenderte y a la vez recibir tu aprendizaje. Ven a vivir en mi corazón y lléname de tu Santo espíritu, en tu nombre Jesús, amén. El Señor permita que de ahora en adelante te levantes como Pablo y empieces a compartirles a otros su mensaje de salvación.

Un abrazo y bendiciones.

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