miércoles, 21 de abril de 2010

El propósito de Dios con Rut

Pero Rut respondió: ¡No insistas en que te abandone o en que me separe de ti! Porque iré a donde tú vayas, y viviré donde tú vivas. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios.

Rut 1:16.

Lectura diaria: Rut 1:1-22. Versículo del día: Rut 1:16.

ENSEÑANZA

Se me ocurre pensar estudiando el devocional de ayer y teniendo en cuenta la misión para la que fue encomendado Pablo, que no fue porque sí, que Dios dentro de sus planes exactos y soberanos, hubiese escogido a una mujer gentil para que su primogénito Obed , se convirtiera en el abuelo de David. Su propósito de redención para toda la humanidad se iniciaba con este acontecimiento. “Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios”; con esta frase, Rut decidió con firmeza seguir a su suegra, al punto que a Nohemí no le quedó más que aceptar su compañía. Para esta mujer sumisa, llena de amor y misericordia por su suegra no le importó cambiar sus creencias y nacionalidad con tal de lograr el cometido y convertirse ya no en su nuera sino en la hija que Dios le había provisto a Nohemí. “¡Alabado sea el Señor que no te ha dejado hoy sin un redentor! Este niño renovará tu vida y te sustentará en la vejez, porque lo ha dado a luz tu nuera, que te ama y es para ti mejor que siete hijos” (Rut 4:14). Estas fueron las palabras de las mujeres de Jerusalén después casarse Rut con Booz y nacer Obed. El ejemplo de Rut es edificante para nosotras las mujeres. En estos tiempos se denigra tanto de las suegras sin tener en cuenta, el valor que como madre representó para levantar con abnegación y dedicación a aquel, que hoy es nuestro cónyuge. Mujeres: nunca desprecien a sus suegras; en los planes de Dios no saben qué papel jugarán las dos en el transcurso de la vida. Mi propia experiencia me lo confirma. He tenido dos suegras: la madre de mi actual esposo quien me ha dejado lecciones grandes de amor y aceptación, al ver a mis hijos como nietos verdaderos llegando incluso su altruismo, a acompañar en una ocasión a mi hijo mayor en el hospital después de un accidente que tuvimos. ¡No tenía por qué hacerlo! Fue una enseñanza que marcó mi admiración y respeto por ella. Por otro lado, si tengo que hablar de la madre de mi primer esposo, no tendría las palabras suficientes para decir lo que ha sido ella para mí, porque como en el caso de Rut, después de cambio de ciudades y en medio de aflicciones, Dios permitió reencontrarnos nuevamente, con el fin de que tuviera a mi lado una nueva madre en la que pudiera recostar mi cabeza y en su hombro derramar mi llanto en momentos de tormenta. ¡Gracias a Dios por mi querida Sra. Vilma! No tengo nada en contra de las suegras. ¡Las amo y oro por ellas! Es mi deber además de obligación. Espero que tú mujer, aprendas de Rut; ¡nunca sabes el propósito de Dios!, y quizá esa mujer de la que hablas mal, se convierta un día en tu madre también.

Un abrazo y bendiciones.

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