jueves, 22 de abril de 2010

No temer a las circunstancias

Pero tú, Jacob siervo mío, no temas ni te asustes, Israel. Porque te salvaré de un lugar remoto; y a tu descendencia, del destierro. Jacob volverá a vivir en paz, estará seguro y tranquilo.

Jeremías 46:27.

Lectura diaria: Jeremías 46:25-28. Versículo del día: Jeremías 46:27.

ENSEÑANZA

Me asombra ver cómo Dios les habla a sus hijos día tras día a través de su Palabra. Siempre en la Biblia, encontraremos aliento y nuevas fuerzas para seguir. Debemos aprender a tomar cada verso para nosotros, apropiárnoslo y entender que es el mismo Dios quien nos está instruyendo u ofreciendo una de sus apreciadas promesas. “No temas, no te asustes”, nos dice; y en el siguiente versículo nos lo vuelve a ratificar: “No temas, porque yo estoy contigo”. Ayer estaba pensando en las vicisitudes diarias que afrontamos; acababa de pasar el televisor a un canal cristiano y para mi sorpresa había un versículo escrito que caló en mi corazón: “No se asusten ni tengan miedo. El Señor su Dios marcha al frente y peleará por ustedes” (Deuteronomio 1:29-30). Inmediatamente recordé también a Isaías donde dice: “Marcharé al frente de ti, y allanaré las montañas; haré pedazos las puertas de bronce y cortaré los cerrojos de hierro” (Isaías 45:2). Estas palabras me reconfortaron y dieron tranquilidad. Dios puede romper puertas por más cerrojos que tengan y desatar cadenas. En Hechos 12:6-11, el Señor mandó a su ángel para liberar a Pedro de la cárcel. Herodes lo tenía completamente vigilado y encadenado; sin embargo, como los imposibles para Él no existen, por su bendita gracia, las cadenas cayeron y las puertas se abrieron para sacar a Pedro de la prisión. Si el Señor está al frente de lo nuestro, ¿por qué entonces, temer al enemigo? Si Él dice que va al frente, va al frente; es Él quien le está poniendo el pecho a nuestros problemas y no, nos va a desamparar. Si tiene que destruir puertas, las destruirá; si tiene que soltar cadenas, las soltará. Definitivamente lo que nos toca hacer es dejarnos caer en sus brazos, reconocer nuestra debilidad y al igual que cuando un niño se lanza en la piscina sabiendo que su papá está ahí, listo para recibirlo y no dejarlo ahogar, debemos también como hijos de Dios, aprender a lanzarnos sin ningún temor. No temas ni te asustes cualquiera que sea la situación, porque el Señor está contigo.

Un abrazo y bendiciones.

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