domingo, 11 de abril de 2010

Testigos en todo lugar

Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.

Hechos 1:8.

Lectura diaria: Hechos 1:1-11. Versículo del día: Hechos 1:8.

ENSEÑANZA

Cuando nos dejamos guiar por el Espíritu Santo, Él apareja las situaciones para ir y compartir el mensaje de salvación. Muchas veces sin saberlo, estamos haciéndolo en el momento preciso; pues dios ya había agotado el tiempo para esa persona y sólo por su infinita misericordia, permitió llevarnos hasta ese lugar con el fin de ganar un alma para su reino. Con muchas personas me ha sucedido; les he compartido, y Dios después de esto, se las ha llevado con Él. Mi hijo dice que tengo el “ministerio póstumo”. A menudo se presentan miles de obstáculos antes de poder llegar al sitio escogido; sin embargo, Dios hace la obra y el Espíritu Santo gana la batalla; permite que esa persona débil y asolada por la enfermedad reciba sinceramente al Señor en su corazón. Estas satisfacciones creo no tienen comparación: se siente una paz y alegría aún sabiendo que el Señor se la llevó, que disipa fácilmente la tristeza de no tenerlo físicamente entre nosotros. Además nos queda la bendita esperanza de reencontrarnos en el cielo y esto es algo que reconforta y da sosiego. Cuando recibimos al Señor Jesucristo, también entra a morar en nosotros el Espíritu Santo y es Él quien nos dirige a toda verdad y nos da el poder para ser sus testigos en cualquier lugar donde nos encontremos; por eso debemos estar atentos y ser sensibles a su voz; incluso puede llevarnos afuera de nuestra Jerusalén. Como discípulos de Jesús debemos aprender a dejar el miedo, la timidez o la vergüenza y empezar a hablar del gran Maestro de Galilea compartiendo lo que ya ha sido de bendición para nuestras vidas y puede serlo para ellos también. La nueva tecnología y avances de la ciencia permiten ahora que el mensaje de salvación llegue “hasta los confines de la tierra”. Simplemente, dispongámonos a obedecer el mandato y dejemos que sea el Espíritu Santo quien nos guíe a realizar la gran comisión encomendada por el Señor Jesucristo.

Un abrazo y bendiciones.

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