miércoles, 8 de julio de 2009

No hay otro Dios fuera de mí

¡Vean ahora que yo soy único! No hay otro Dios fuera de mí.

Deuteronomio 32:39a.

Dios es poderoso y ejerce su dominio con su pueblo Israel y con el mundo entero. Él es Señor, amo y dueño de todo cuanto existe. Su poder y soberanía se manifiesta en la creación misma y en la habilidad de ejercer su real autoridad. “Yo doy la muerte y devuelvo la vida, causo heridas y doy sanidad. Nadie puede librarse de mi poder” Deuteronomio 32:39b.

Es difícil entender, aún para muchos cristianos la soberanía de Dios. El tema del libre albedrío permite no reconocer el reinado absoluto que Dios ejerce como Rey y con frecuencia anteponemos nuestra voluntad a la suya.

Si los creyentes como tales no se someten al dominio de su Hacedor, ¿qué esperamos del hombre como tal? De ahí que surjan gobiernos y “padres de la patria” sin el menor temor de Dios, están convencidos que el poder y la plata lo hacen todo sin darse cuenta que es Dios quien los ha provisto en ese cargo y para Él no es imposible quitarlos cuando quiera. “Tu carácter soberbio te ha engañado… Te dices a ti mismo: ¿Quién podrá arrojarme a tierra? Pero aunque vueles a lo alto como águila, y tu nido esté puesto en las estrellas, de allí te arrojaré, afirma el Señor” Abdías 3-4.

Cuando escuchamos las noticias que para nada son agradables, sean en nuestro país o remotamente, donde imágenes van y vienen sobre disturbios, guerras, homicidios, robos, atracos, secuestros e inmoralidad sexual, ¡cuántas viudas, cuántos huérfanos! Una tierra desolada donde sólo impera la ley del más fuerte, nos sentimos impotentes. ¡Ante tanta injusticia y maldad no pueden subyugarnos! ¡Levántate Señor! ¡No les permitas continuar!

Quizá no sea mucho lo que podamos hacer como cristianos, pero hay algo muy fuerte para contrarrestar esa crueldad: orar. “Dios puede cambiar la mente de los enemigos y desactivar los dardos del maligno” dice la señora Hulda Reyna en uno de sus devocionales y estoy completamente de acuerdo porque Job.5:12 lo afirma: “Él deshace las maquinaciones de los astutos, para que no prospere la obra de sus manos”. Nadie puede librarse del poder de Dios.

Amado Señor: Tú como Dios soberano, puedes transformar las vidas de aquellos enemigos que se oponen a tu plan divino. Danos la capacidad de actuar y ser fieles a tu mandato de llevar el Evangelio a los perdidos, así los acontecimientos no sean los mejores. En el nombre de Jesús, amén.

Un abrazo y bendiciones.

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