domingo, 26 de julio de 2009

El amor al dinero es la raiz de toda clase de males

Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo algunos se han desviado de la fe y se han causado muchísimos sinsabores

1ª. Timoteo 6:10.

En sí, la crítica no va directamente al dinero, sino al afán por el mismo. El dinero como tal, puede ser bueno o malo según el uso que se le dé.

En el Antiguo Testamento, a pesar de ser las riquezas un signo de bendición en recompensa a la virtud y el temor a Dios, los graves abusos cometidos por los ricos, hicieron que los profetas se pronunciaran al respecto (Isaías 3:14; Amos 2:6). Ya en el nuevo pacto, hay una concepción diferente. El Señor Jesús no condena las riquezas pero si señala los peligros y la posibilidad de servir a las riquezas antes que a Dios (Mateo 6:19; 6:24). El rico se olvida de que es tan solo administrador de sus bienes e interpone sus prioridades, olvidando la soberanía de Dios porque cree que su amo es la plata (1ª. Timoteo 6:9).

El apóstol Pablo enseña que hay que aprender a vivir en la opulencia y también en la escasez; y frente al supremo conocimiento de Cristo, las riquezas son insignificantes.

Ante la posición del Antiguo y Nuevo Testamento, lo mejor como cristianos, es buscar un equilibrio financiero sabiendo que si Dios nos bendice con bienes materiales, debemos manejarlos de tal manera que no se conviertan en un “dios” y nos volvamos esclavos de éstas. Más bien aprender a utilizarlas de modo que sirvan para glorificar el nombre de Dios. Recordemos Proverbios 19:17 “Servir al pobre, es hacerle un préstamo al Señor” (Proverbios 19:17).

Pablo le encarga a Timoteo que como hombre de Dios, más bien se esmere en seguir la justicia, la piedad, la fe, el amor, la constancia y la humildad. Esto es lo que debemos perseguir los cristianos para cosechar tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen (Mateo 6:20).

Un abrazo y bendiciones.

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