viernes, 24 de julio de 2009

Dame, pues, la región montañosa que el Señor me prometió

Dame, pues, la región montañosa que el Señor me prometió en esa ocasión. Desde ese día, tu bien sabes que los anaquitas habitan allí, y que sus ciudades son enormes y fortificadas. Sin embargo, con la ayuda del Señor, los expulsaré de ese territorio, tal como él lo ha prometido

Josué 14:12.

Caleb fue uno de los exploradores enviados por Moisés a reconocer la tierra de Canaán. Mientras diez volvieron pesimistas, Caleb y Josué animaron a Moisés y a todo el pueblo a luchar por la tierra prometida. De hecho, fueron los únicos que por su fe, pudieron entrar a ese territorio. Cuando Caleb viajó como explorador tenía cuarenta años y por la rebelión de Israel tuvieron que pasar otros cuarenta y cinco antes de ver cumplida la promesa. El optimismo de Caleb y su fe en el Dios de sus padres, le permitió tomar posesión del monte Hebrón a sus ochenta y cinco años, tal como Dios se lo había prometido en esa ocasión.

Supongo que Caleb tenía sus ojos puestos en dicha promesa y nunca vaciló en alcanzarla. Para él no hubo impedimento alguno, ni sus fuerzas se vieron aminoradas por la edad; al contrario, estaba dispuesto a pelear la batalla y enfrentarse a los anaquitas que eran hombres de gran estatura e infundían terror en las poblaciones de la región, pero sabía muy bien que Dios intervendría a su favor.

En verdad, la fe de Caleb es admirable. Cuántas veces vemos correr el tiempo anhelando la promesa; nos centramos en ella más que en el que la prometió y las circunstancias adversas nos invaden. Entonces, perdemos el horizonte y se nos nubla la visión sin permitirnos descansar en el dador de ésta.

Dios ha cumplido muchas promesas y nosotros no seremos la excepción. Simplemente son: y amén. Quizá pasará el tiempo y como Caleb, veremos su cumplimiento en la edad avanzada. No desmayemos, sigamos adelante y peleemos por lo que nos pertenece, que Dios estará con nosotros.

Señor: Enséñanos a esperar contigo el cumplimiento de tus promesas siguiendo el ejemplo de Caleb sin desmayar ni fluctuar a pesar de las dificultades, sino con la mirada puesta solamente en ti.

Un abrazo y bendiciones.

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