miércoles, 29 de julio de 2009

Disciplina a tu hijo, y te traerá tranquilidad

Disciplina a tu hijo, y te traerá tranquilidad; te dará muchas satisfacciones

Proverbios 29:17.

Es responsabilidad de los padres educar a los hijos bajo los parámetros de Dios. A través de toda la Biblia se nos exhorta a cumplir este mandato. El primer ministerio nos corresponde realizarlo en casa con nuestros hijos “porque el que no sabe gobernar su propia familia, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios?” (1ª. Timoteo 3:5).

Siempre he pensado que tener hijos no es tan fácil. No por el parto ni los achaques del embarazo; eso sería lo de menos. Lo difícil es la responsabilidad tan grande que se tiene delante de Dios, para criarlos con sabiduría en el temor de Él. Levantarlos y dejarlos ya hombrecitos y mujercitas que sepan conducirse en este mundo agitado y cada vez más desordenado, no es tarea fácil.

La educación de los hijos, como decía mi madre es un “tire y afloje”. No se puede ser tan benevolente y elástico en especial cuando los niños están en sus primeros años, porque ellos son sagaces y nos cogen delantera. “Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez no lo abandonará” (Proverbios 22:6); pero tampoco Dios nos llama a ser tiranos y crueles; debemos manejar un equilibrio exacto pidiendo en todo momento la sabiduría y el discernimiento de Dios “y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos” dice Efesios 6:4 y más adelante “No exasperen a sus hijos” en Colosenses 3:21. ¿Será que la cantaleta de nosotras como mujeres ayuda?

Algo importante, que sucede a menudo en hogares cristianos es taparles a nuestros hijos el mundo. Con frecuencia se cae en el error de volvernos fanáticos y resulta que todo lo que hacen se nos convierte en “pecado”. Cuando ellos crezcan y tengan la oportunidad de ver otras cosas se nos van a descarriar por completo por haberlos tenido tan restringidos.

El amor y la disciplina son las bases de una buena educación. El padre que ama a su hijo lo corrige. “La vara de la disciplina imparte sabiduría” (Proverbios 29:15). Actualmente se dice que un padre no puede pegarle a su hijo porque según los analistas modernos y psicólogos los niños y jóvenes se frustran. No comparto para nada esta teoría; es como decirle a Dios, “tú no supiste lo que nos estabas mandando” “te faltó inteligencia para decirnos como criar hijos”. Si de hijos no sabe Dios que es nuestro Padre Celestial, ¿quién puede saberlo? Entonces, “no dejes de disciplinar al joven que de unos buenos azotes no se morirá” (Proverbios 23: 13). “Unos buenos”, no para matarlo y descargar toda la ira en ellos, porque entonces, este castigo no conduciría a nada útil; al contrario creará en los niños y jóvenes más rebeldía, resentimiento y complejo de culpa. La corrección debe hacerse en amor y explicándole al niño porqué se le castiga. Desafortunadamente, como padres cometemos muchos errores en la educación de nuestros hijos, damos largas y largas y cuando ya reaccionamos, descargamos toda la furia sin tener en cuenta que fuimos nosotros los primeros en fallar.

Señor: Te pedimos nos enseñes a corregir a nuestros hijos como tú lo haces con nosotros. Llénanos del amor, la misericordia y el razonamiento necesario para que ellos entiendan que lo hacemos porque son importantes en nuestra vida. Danos sabiduría para guiarlos, aconsejarlos y llevarlos a tus píes para que más tarde sean personas de bien, útiles a la sociedad. En tu nombre Jesús, amén.

Recordemos que educar a los hijos es un deber y derecho que compete a todos los padres por igual.

Un abrazo y bendiciones.

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