sábado, 18 de julio de 2009

Vengan, volvámonos al Señor

¡Vengan, volvámonos al Señor! El nos ha despedazado, pero nos sanará; nos ha herido, pero nos vendará.

Oseas 6:1.

El Señor desea que tengamos humildad y dirijamos nuevamente la mirada hacia Él. Dice que a pesar de habernos despedazado y herido, vendrá a sanarnos y vendarnos. Aunque nos parezca insólito y creamos que las angustias no van a terminar, se manifestará en el momento menos esperado (versículo 3).

Más adelante nos pide ir tras su conocimiento, exige amor y no sacrificios (verso 6). El sacrificio que agrada a Dios es la alabanza; es inútil recurrir a sacrificios tontos que ante Dios no sirven para nada. La mejor muestra de adoración es el amor a Él y hacia el prójimo. Hay que conocerle buscándolo a través de su Palabra, la que nos enseña a obedecerle y adorarle por encima de cualquier otra cosa creada.

2ª. Samuel 22:17 dice: “Extendiendo su mano desde lo alto, tomó la mía y me sacó del mar profundo”. Así no lo creamos, Dios sufre con nuestras aflicciones. Si nuestra vida está reseca, las lágrimas no cesan y el horizonte aún se percibe oscuro, no debemos temer. Pronto llegará el Señor al rescate y nuevamente nos atraerá a sus brazos amorosos. ¡Dios saldrá en nuestra ayuda en el momento exacto!

El único sacrificio válido por nosotros ante Dios, es el del Señor Jesús quien vino a restaurarnos y darnos vida abundante; si la relación con Él se encuentra interrumpida y lo vemos lejano, es el momento propicio para recuperar lo perdido. Si nos volvemos, nos mirará con ojos misericordiosos y enderezará nuevamente nuestro camino, allanando nuestra senda y quitando los tropiezos que nos hacen resbalar.

La reflexión para hoy es ser fuertes y valientes, buscar siempre hacer el bien, orar sin cesar, no dejar apagar el Espíritu y sea cual sea la circunstancia, aprender a darle gracias. (2ª. Tesalonicenses 5:15-19). De esta manera retornamos por la vía correcta, esperando su infinita misericordia.

Un abrazo y bendiciones.

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