domingo, 12 de julio de 2009

En Cristo están escondidos todos los tesoros

Así conocerán el misterio de Dios, es decir, a Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.

Colosenses 2:2b-3.

Al igual que a los colosenses, Pablo nos ensena a buscar al Señor Jesucristo, de tal manera que no seamos objeto de nadie, quien quiera que sea, de venir con engaños y supuestos argumentos, imponiendo cargas humanas y no bajo los principios de Cristo.

Todo creyente tiene la facultad de explorar quien es su “Señor” para estar al tanto de falsas doctrinas y dogmas impuestas por el hombre para no dejarse desviar de la meta propuesta. El mismo apóstol nos insta para no permitir que nos juzguen por comidas o bebidas o con respecto a días de reposo.

En el cristianismo surgen pastores, predicadores o simples fieles que son felices imponiendo cargas a los hermanos que ni siquiera ellos son capaces de cumplir. La base del nuevo nacimiento en Cristo, radica más en la disposición del corazón hacia Dios, que en ordenes capciosas tales como “no te pongas”, “lleva el pelo largo”, “llévalo corto”, etc. Si queremos agradar a Dios, debemos buscarle sinceramente y Él se encargará a través de su Santo Espíritu de darnos todo el entendimiento necesario para lograr su propósito en cada uno de nosotros y de mostrarnos en qué estamos fallando.

El cristiano no puede quedarse solamente con lo que escucha, debe ir más allá. Buscar, analizar, investigar para no caer en dobles enseñanzas que lo confundan y alejen de la verdadera fe.

Pídámosle al Señor, nos guíe a escudriñarle con corazón sincero de tal manera que podamos encontrar en Él todos los tesoros escondidos que nos tiene guardados y la sabiduría necesaria para proclamarlo con labios que lo enaltezcan y lleven a otros a sus píes.

Un abrazo y bendiciones.

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