La tierra que hemos explorado se traga a sus habitantes, y los hombres que allí vimos son enormes. ¡Hasta vimos anaquitas! Comparados con ellos, parecíamos langostas, y así nos veían ellos a nosotros.Números 13:32-33.
Lectura: Números
13:1-33. Versículos de día: Número
13:33.
MEDITACIÓN DIARIA
Moisés de acuerdo a la
orden del Señor, envió doce líderes a explorar la tierra de Canaán que Dios les
iba a entregar (uno por cada tribu), pidiéndoles que le llevaran frutos de
allí. La expedición duró cuarenta días y en efecto había abundancia como el
Señor les había prometido. Era una tierra fértil de leche y miel. Tanto sería
que el racimo de uvas que cortaron, lo llevaron entre dos de ellos por lo
enorme que era. Sin embargo, estos hombres dudaron del poder de Dios y se
asustaron al ver a sus habitantes. Se sintieron menospreciados y atemorizados
asustaron a todo el pueblo con sus rumores.
Definitivamente en ese
espejo podemos vernos a nosotros mismos. Hemos contemplado la gloria del Señor
en nuestras vidas y a la menor dificultad a pesar del Señor mostrar su bondad
cada nuevo día, titubeamos y vacilamos de su poder. Se nos olvidan fácilmente
las promesas que incluso se llega a contender con el Señor. Los gigantes, las murallas, los mares y desiertos ¡qué
importan si tenemos al Dios de los imposibles!
No podemos dejar que el mundo nos intimide porque somos nosotros mismos
los que tenemos que sentar nuestra posición y actuar por lo que creemos y
somos. ¿Qué creemos? Creemos en Dios Padre Todopoderoso creador de cielos y
tierra; en Jesucristo su Hijo amado que vino a salvarnos; lo confesamos y
proclamamos; en el Espíritu Santo quien es nuestro Consolador y guía Divino. Y por
esto ¿Quiénes somos? Jesús dijo que éramos sus amigos (Juan 15:15), así que nos
convertimos en amigos personales del Rey de reyes y Señor de señores. Somos linaje escogido, real sacerdocio, nación santa
y pueblo de su propiedad (1 Pedro 2:9). Sí
fuimos comprados con precio muy grande: la misma sangre de Cristo (1 Pedro
1:18-19), precisamente para anunciar su grandeza, proclamar sus maravillas y no
dejarnos menospreciar. Y como si fuera poco todo lo anterior, se nos ha hecho herederos
de una patria que nadie nos puede arrebatar. ¡Gloria a Dios por tanto bien!
Amado Señor: Gracias
por tu palabra que nos regalas diariamente. Cada amanecer es renovar nuestras
fuerzas, acrecentar nuestra fe y posicionarnos en tu verdad. Somos más que
vencedores contigo y no merecemos tanta bondad. Perdona las muchas veces que
hemos dudado de tu poder y enséñanos a vivir siempre con la mirada fija en Ti
que lo encierras todo. ¡Honramos tu Nombre Señor, te alabamos y bendecimos! ¡Eres
incomparable y majestuoso Dios!
Un abrazo y
bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario