martes, 19 de mayo de 2015

Sin dudar por lo que creemos y somos




La tierra que hemos explorado se traga a sus habitantes, y los hombres que allí vimos son enormes. ¡Hasta vimos anaquitas! Comparados con ellos, parecíamos langostas, y así nos veían ellos a nosotros. 
Números 13:32-33.


Lectura: Números 13:1-33.  Versículos de día: Número 13:33.

MEDITACIÓN DIARIA

Moisés de acuerdo a la orden del Señor, envió doce líderes a explorar la tierra de Canaán que Dios les iba a entregar (uno por cada tribu), pidiéndoles que le llevaran frutos de allí. La expedición duró cuarenta días y en efecto había abundancia como el Señor les había prometido. Era una tierra fértil de leche y miel. Tanto sería que el racimo de uvas que cortaron, lo llevaron entre dos de ellos por lo enorme que era. Sin embargo, estos hombres dudaron del poder de Dios y se asustaron al ver a sus habitantes. Se sintieron menospreciados y atemorizados asustaron a todo el pueblo con sus rumores.
Definitivamente en ese espejo podemos vernos a nosotros mismos. Hemos contemplado la gloria del Señor en nuestras vidas y a la menor dificultad a pesar del Señor mostrar su bondad cada nuevo día, titubeamos y vacilamos de su poder. Se nos olvidan fácilmente las promesas que incluso se llega a contender con el Señor. Los gigantes,  las murallas, los mares y desiertos ¡qué importan si tenemos al Dios de los imposibles!  No podemos dejar que el mundo nos intimide porque somos nosotros mismos los que tenemos que sentar nuestra posición y actuar por lo que creemos y somos. ¿Qué creemos? Creemos en Dios Padre Todopoderoso creador de cielos y tierra; en Jesucristo su Hijo amado que vino a salvarnos; lo confesamos y proclamamos; en el Espíritu Santo quien es nuestro Consolador y guía Divino. Y por esto ¿Quiénes somos? Jesús dijo que éramos sus amigos (Juan 15:15), así que nos convertimos en amigos personales del Rey de reyes y Señor de señores. Somos  linaje escogido, real sacerdocio, nación santa y  pueblo de su propiedad (1 Pedro 2:9). Sí fuimos comprados con precio muy grande: la misma sangre de Cristo (1 Pedro 1:18-19), precisamente para anunciar su grandeza, proclamar sus maravillas y no dejarnos menospreciar. Y como si fuera poco todo lo anterior, se nos ha hecho herederos de una patria que nadie nos puede arrebatar. ¡Gloria a Dios por tanto bien!

Amado Señor: Gracias por tu palabra que nos regalas diariamente. Cada amanecer es renovar nuestras fuerzas, acrecentar nuestra fe y posicionarnos en tu verdad. Somos más que vencedores contigo y no merecemos tanta bondad. Perdona las muchas veces que hemos dudado de tu poder y enséñanos a vivir siempre con la mirada fija en Ti que lo encierras todo. ¡Honramos tu Nombre Señor, te alabamos y bendecimos! ¡Eres incomparable y majestuoso Dios!

Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: