¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza, y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios!Salmo 43:5.
Lectura: Salmo
43:1-5. Versículo del día: Salmo 43:5.
MEDITACIÓN DIARIA
Bueno, ayer pensé hacer
el devocional sobre el Salmo 42, pero le decía al Señor: —No quiero hablar más de penas, angustias y
abatimiento; a veces me da la impresión que solo tengo tema sobre las
aflicciones y los percances. Me enfrasco en esto y creo no llegar a los
corazones de quienes lo leen y lo siguen—.
Hoy al continuar la secuencia de lo que estoy leyendo surge la misma inquietud y
mi percepción es que Dios sí quiere que hable de algo que a todos nos
sucede. Por lo menos entiendo que
vivimos en un mundo caído donde los problemas son el pan de cada día, y por
consiguiente siguiendo el lineamiento de mi buen Dios, expresaré lo que dice la
misma Escritura: “Muchas son las angustias del justo, pero el Señor lo librará
de todas ellas” (Salmo 34:19); más tarde el Señor lo ratificó: “En este mundo
afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo” (Juan 16:33).
Las aflicciones, las angustias, los ahogos, los tormentos, pululan por doquier
e incluso los cristianos no estamos exentos de ellos; diría yo que al contrario,
abundan.
Un día preguntándole al
Señor por los míos (en una época bastante dura), el Señor me hacía entender que
si yo me comportara como se suele hacer en el mundo, pues Satanás estaría
tranquilo; al fin de cuentas qué me iba a molestar si estaba haciendo lo que a
él le gustaba. El enemigo se pone furioso y no sabe cómo robarnos la paz
precisamente cuando estamos bien pegados de Dios. Cuando queremos obedecerle y
hacer su voluntad no sabe cómo meternos zancadilla para hacernos caer, renegar,
perder la armonía y bajar nuestra fe. Entonces mis queridos amigos y hermanos
en el Señor: por más que lluevan los problemas y las tribulaciones no demos
marcha atrás. Tenemos muy cerca al Dios de los imposibles que puede cambiar si
es su voluntad, lo oscuro en claridad. Al Señor de la vida; hay que anhelar
estar con Él, buscarlo como el siervo sediento de agua (Salmo 42:1), así los
demás se burlen o piensen que creemos en falacias; aunque nos digan: ¿dónde
está el Dios tuyo? Ellos no lo entienden, nosotros sí. Nos queda cogernos fuertemente y decir con
valentía y decisión: “¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En
Dios pondré mi esperanza, y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios!”.
Sí, muy importante: alabarle y adorarle en medio de esa tribulación porque Él
es soberano y todo está bajo su control.
Amado Señor: Gracias,
porque nuestras angustias y aflicciones están todas en tus manos. Gracias
porque sabiendo que estás a nuestro lado es más llevadero el tránsito por esta
vida. Infinitas gracias también Señor, porque tenemos la bendita esperanza de
un mejor mañana contigo para siempre. ¡Eres admirable buen Dios y digno de todo
nuestro reconocimiento! ¡A Ti sean la honra y la gloria!
Un abrazo y
bendiciones.
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