sábado, 23 de mayo de 2015

Sintiendo verdadero dolor por el pecado




Contra ti he pecado, sólo contra ti, y he hecho lo que es malo ante tus ojos; por eso, tu sentencia es justa, y tu juicio, irreprochable. 
Salmo 51:4.


Lectura: Salmo 51:1-19.Versículo del día: Salmo 51:4.

MEDITACIÓN DIARIA

Este Salmo fue el quebrantamiento de David, después de la visita que le hizo el profeta Natán por el adulterio cometido con Betsabé, la esposa de uno de sus soldados más valientes y rectos delante de él: “—¡He pecado contra el Señor! —reconoció David ante Natán. El Señor ha perdonado ya tu pecado, y no morirás —contestó Natán— ” (2 Samuel 12:13). Me hace pensar, que su profundo dolor fue ocasionado más en el momento en que Natán le dice que el Señor ya le ha perdonado y no morirá. ¿Cómo? Supongo que se preguntó David.  Si recordamos toda la historia (2 Samuel 11), no solamente fue su pecado de adulterio; mintió, engañó y asesinó también, y el Señor aun así lo perdona. ¡Hasta dónde llega la misericordia de Dios!
Nosotros como humanos no alcanzamos a dimensionar este atributo de Dios y por eso, nos cuesta también perdonar. He escuchado a varias personas decir que Dios no puede perdonar a violadores, terroristas y asesinos, porque los vemos con nuestros propios ojos; pero la verdad es que si esa persona se arrepiente de corazón y es sincero ante Dios, Él lo va a perdonar y no nos corresponde juzgarlo. David reconoció su pecado y se dolió de su comportamiento. Le pidió al Señor que lo lavara y limpiara; que le infundiera gozo y pusiera un espíritu recto y obediente dentro de su corazón. Es consciente que toda transgresión lo aleja de su Señor y le pide que no le quite su presencia ni su Santo Espíritu. En innegable el arrepentimiento total de David.
Pidámosle al Señor que también ponga en nosotros un corazón contrito y humillado cuando caigamos y pequemos, porque infortunadamente el pueblo cristiano se está volviendo al común denominador tradicional de: ‘peco, confieso y empato’ y con Dios no se juega. ¡Cuidado! ¡Es terrible cosa caer en manos del Dios vivo! (Hebreos 10:31).

Amado Señor: Gracias por tu Palabra que día tras día nos trasmites para instruirnos en tu verdad y guiarnos en el caminar. No queremos ser solo oidores; también deseamos ser practicantes de ella, y hoy Señor, entender que la transgresión te duele a Ti como Padre que eres. Por eso nos demandas pedirte perdón confesando nuestras debilidades y reconociendo que somos pecadores. Pon también en cada uno corazones quebrantados, humillados y sinceramente adoloridos por el peso del pecado. ¡Gracias buen Dios!

Un abrazo y bendiciones.

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