—¡Mujer, qué grande es tu fe! —contestó Jesús—. Que se cumpla lo que quieres. Y desde ese mismo momento quedó sana su hija.
Mateo 15:28
Lectura: Mateo 15:21-28. Versículo del día: Mateo 15:28.
MEDITACIÓN DIARIA
El pasaje nos cuenta de
una mujer que no era judía sino cananea y sale al encuentro de Jesús a rogarle
que sane a su hija endemoniada. Debió ser terrible la situación que estaba
viviendo; hay que ponernos en los zapatos de ella para entender su
desesperación. La mujer había escuchado hablar de que Jesús sanaba enfermos y
echaba fuera demonios y resueltamente se dirige al camino por donde pasaría para
rogarle por la liberación de su hija. Esta mujer insiste y pide ayuda, aunque
sabe de antemano su condición pagana (v. 25); pero aun así, voltea los ojos
hacia quien puede ser su libertador. No se cree digna de Él (v. 27), pero su
persistencia la lleva a feliz término porque el Señor cumple su petición (v.
28).
¿Cuántos dejan de acercarse a Jesús
porque se consideran indignos de recibir su perdón o sanidad? Precisamente el
Señor vino fue a liberar a los cautivos por el pecado, de las garras de
Satanás. Dice el Señor: “¿Son sus pecados como escarlata? ¡Quedarán blancos como la
nieve! ¿Son rojos como la púrpura? ¡Quedarán como la lana!” (Isaías 1:18).
Seguro que has oído como esta mujer hablar de Jesús; ¡ven a Él! El Señor sabe
tu situación y sufrimiento, no te detengas. Tampoco te dejará ir con las manos
vacías sino que te responderá: “Que se cumpla lo que quieres”.
Amado Señor: Humildemente te
ruego por todas aquellas personas que están agobiadas por el mismo peso de sus
pecados y se encuentran cautivas en medio de la desesperación; o por las que
necesitan una mirada tuya a su condición enferma y maltratada para que les
hagas saber que eres el bendito Dios de toda consolación, presto a escuchar y
extender tus manos misericordiosas sobre todo el que se acerque a Ti. ¡Gracias
buen Señor y Dios!
Un abrazo y
bendiciones.
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