jueves, 14 de mayo de 2015

Que todo el universo sepa que eres el Grande




Tu alabanza, oh Dios, como tu nombre, llega a los confines de la tierra; tu derecha está llena de justicia. 
Salmo 48:10.


Lectura: Salmo 48:1-14.  Versículo del día: Salmo 48:10.

MEDITACIÓN DIARIA

El Nombre del Señor es grandioso. Toda su creación habla de Él; el día a día emite su voz desde el nacimiento del sol hasta el ocaso (Salmo 113:3). El Salmo 100 también nos dice que lo aclamen con júbilo todos los habitantes de la tierra. El libro de los Salmos está lleno de alabanzas y adoración a nuestro Dios: “Sea alabado el nombre del Señor, porque él dio una orden y todo fue creado. Todo quedó afirmado para siempre; emitió un decreto que no será abolido” (Salmo 148:5-6). La mejor manera de expresarle al Señor nuestra gratitud es dándole todo loor y honor. Esto es lo que debemos aprender en cada ocasión: reconocer quién es en verdad nuestro Dios, que es el Creador del universo y por lo tanto merecedor de toda honra y gloria. No fuimos nosotros los creadores, fue Él; y así ahora el hombre no crea que tiene que adorarle, al final de los tiempos quiera o no quiera todos  vendrán y le adorarán. Su Nombre entonces, será enaltecido, porque Grande es Él y digno de la mayor alabanza. Grandes también son su misericordia y su fidelidad y sus caminos justos y verdaderos. Su bondad permanece para siempre.
No esperemos a ser de los últimos para rendirle la adoración que merece; empecemos desde ahora a verlo y sentirlo en cada detalle minucioso no solo de la naturaleza que nos rodea sino de nuestra propia vida. Somos su creación perfecta y con mayor razón debemos contemplar lo hecho con nosotros. Que todo el universo sepa que el Dios en que creemos es el Grande y Majestuoso Creador.

Amado Señor: Tú Nombre es sobre todo nombre porque eres el Amo y Dueño del universo. Queremos ensalzarte y adorarte como lo que eres: El Altísimo, el Poderoso, el Majestuoso Rey de todo lo creado. Sin un soplo divino tuyo, no estaríamos aquí reconociendo tu obra en nuestras propias vidas. ¡Te amamos Señor y toda la honra y gloria son para Ti!

Un abrazo y bendiciones.

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