sábado, 9 de mayo de 2015

Jesús es el Cristo vivo Salvador del mundo




Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente —afirmó Simón Pedro. 
Mateo 16:16.


Lectura: Mateo 16:13-20.  Versículo del día: Mateo 16:16.

MEDITACIÓN DIARIA

Al preguntar el Señor a sus discípulos quién dicen qué es Él, Pedro sin lugar a ninguna duda responde: El Cristo, el Hijo del Dios vivo. Pedro como uno de sus primeros discípulos ya había andado con el Señor en su ministerio y conocía de antemano su amor y compasión por el prójimo: lo vio sanando enfermos, convirtiendo el agua en vino, multiplicando los panes, expulsando demonios. Sin embargo, es mi percepción que  ellos todavía no habían crecido lo suficiente; pues vinieron a entender muchas cosas después de  la muerte, resurrección y ascensión del Señor, cuando el Espíritu Santo se las reveló. Por eso la afirmación de Pedro es tan significativa y el Señor le contesta: “—Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás,  porque eso no te lo reveló ningún mortal, sino mi Padre que está en el cielo” (v. 17). Aun así, este Pedro, antes del padecimiento de su Cristo lo niega tres veces.  
Para ti, ¿quién es Cristo Jesús? ¿Un profeta más como decía la gente? ¿Un ser extraordinario? ¿Un líder político o religioso? O ¿uno más del montón?  Es bueno que te hagas la misma pregunta.  Yo te puedo afirmar sin ninguna equivocación que es el Hijo de Dios, el Salvador del mundo y en quien hallas paz, consuelo, sanidad del alma y del cuerpo y quien te abre la puerta de la entrada al cielo: “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16). No existe otro camino diferente para encontrar la vida eterna: “—Yo soy el camino, la verdad y la vida —le contestó Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí” (Juan 14:6);  “Y el testimonio es éste: que Dios nos ha dado vida eterna, y esa vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida” (1 Juan 5:11-12). Déjame decirte que es una verdad indiscutible de la cual solamente tú decides. Quizá es una nueva oportunidad que Dios te está regalando para que entiendas lo que vino a hacer el Cristo vivo por ti. Si es tu deseo, te invito a hablarle  así:

Señor Jesús: hoy reconozco que eres el Hijo de Dios que te hiciste hombre por salvarme y darme la vida eterna. Te pido que vengas a mi corazón, perdones todos mis pecados y me lleves cogido de tu mano. Gracias buen Jesús.

Un abrazo y bendiciones.

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