Nadie puede negar que todos mueren, que sabios e insensatos perecen por igual, y que sus riquezas se quedan para otros.Salmo 49:10.
Lectura: Salmo
49:1-20. Versículos del día: Salmo
49:10.
MEDITACIÓN DIARIA
A veces nos encontramos
con personas que por su posición y quizá riqueza nos dan a entender que no
valemos nada e incluso nos miran por debajo y así no es ¿Acaso son intocables? Nos
hacen creerlo; pero es cuando tenemos que estar más firmes y entender que ellos
conviven con el error más grande y están completamente engañados; al fin de
cuentas todos estamos aquí de paso. A la tumba no se lleva nada: “Aunque
tuvieron tierras a su nombre, sus tumbas
serán su hogar eterno, su morada por todas las generaciones” (v.11). Dice
también el Salmo que no nos debemos asombrar cuando vemos cuánto acumulan y el
esplendor de su casa aumenta porque ante la muerte, esto no servirá de nada (v.
16). Nadie puede decirle a Dios, te doy tal suma de dinero a cambio de mi vida;
nadie puede pagarle a Dios rescate por su vida (v. 7)
Tenemos que
concientizarnos que ni el dinero, ni el poder, ni los muchos logros alcanzados
terrenalmente nos van a servir en el momento de la muerte. Por eso dijo el
Señor: “Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni
el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a robar. Porque donde esté tu
tesoro, allí estará también tu corazón” (Mateo 6: 20-21). De ahora en adelante
cuando estemos frente a un ‘poderoso’, sea solicitando un trabajo, un crédito o
algún aval, recordemos que nosotros somos hijos del Rey de reyes y que todo lo
que vemos aquí es perecedero, pero que tenemos el más grandioso tesoro que nada
ni nadie nos puede arrebatar y es la patria celestial. ¡Éste sí que vale y es
imperecedero! Esas personas que se creen poderosas nos deben más bien dar
tristeza porque son las más miserables que existen; nos corresponde más bien orar por ellas.
Amado Señor: Gracias
porque a los que confiamos en Ti nos rescatarás de las garras del sepulcro y
nos llevarás contigo. Gracias porque por tu amor aquí somos reyes, sacerdotes y
parte de tu pueblo escogido y nos miras con agrado. Te pedimos que por más
riquezas, talentos y posiciones que nos des, no nos dejes enorgullecer el
corazón; siendo conscientes que todo proviene por tu misericordia y que sin tu
ayuda no llegaríamos a ninguna parte. ¡Gracias buen Dios!
Un abrazo y
bendiciones.
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