lunes, 11 de mayo de 2015

Culpables unos y otros



Pero si alguien hace pecar a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgaran al cuello una gran piedra de molino y lo hundieran en lo profundo del mar. 
Mateo 18:6.


Lectura: Mateo 18:1-14.  Versículo del día: Mateo 18:6.

MEDITACIÓN DIARIA

No solamente nos muestra el pasaje la importancia de ser nosotros como niños para ir al reino de los cielos, sino hay algo más profundo y es el amor intenso de Jesús por los niños. De hecho, Él como Dios sabe lo vulnerable que son en manos de los adultos. Son indefensos completamente y tan frágiles que el menor roce puede destrozarlos y dejarles heridas perdurables. “¡Ay del mundo por las cosas que hacen pecar a la gente! Inevitable es que sucedan, pero ¡ay del que hace pecar a los demás!” (v. 7). ¡Ay del que hace pecar a los niños! Todo el peso del castigo se le viene encima de parte de Dios.
Definitivamente el ser humano está como está porque no quiere saber nada de Dios; su corazón está entenebrecido y apartado de su Creador, nada puede entender. Si quisiera voltear los ojos hacia Él, leer su Palabra, meditarla, aprenderla y ponerla en práctica se daría la suficiente cuenta de lo grave que es meterse con los niños, dañarles el corazón y seguir como si nada hubiese sucedido. Las estadísticas demuestran que una de las causas del alto índice de homosexualidad es por niños y niñas abusados en su infancia. ¿Qué le podrán decir al Padre los pederastas o pedófilos cuando se encuentren cara a cara con Él? “más le valdría que le colgaran al cuello una gran piedra de molino y lo hundieran en lo profundo del mar”.
Personalmente considero que también son culpables los mismos padres que no han sabido guardarlos ni velar por su integridad. Dios permita que esta reflexión llegue a innumerables rincones para dejar de contaminar a los pequeños.

Amado Señor: Hoy te rogamos por todos los niños para que seas tú guardándolos de tantos peligros que los acechan y librándolos de todo mal. También ponemos en tu presencia a los adultos como padres y maestros para que se concienticen de la responsabilidad que tienen con ellos y no los expongan a los riesgos del mundo. Perdona a tanto desquiciado que anda por ahí y convéncelo del pecado grave que está cometiendo contra la infancia. Llévalo a tus pies por tu infinita misericordia. Te lo pedimos a Ti, Papito Dios, en el nombre de tu Hijo Jesús.

Un abrazo y bendiciones.

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