Hazme saber, Señor, el límite de mis días, y el tiempo que me queda por vivir; hazme saber lo efímero que soy.Salmo 39:4.
Lectura: Salmo
39:1-13. Versículo del día: Salmo 39:4.
MEDITACIÓN DIARIA
Cuando estamos
angustiados y hay algo que nos congoja especialmente relacionado con la salud,
es cuando en verdad nos damos cuenta que la vida es muy fugaz y que en
cualquier momento puede parar. No somos nada ni nadie para decir: ‘yo mando en
ella y la tomo o la dejo cuando quiera’. No; es cuando incluso muchos
incrédulos tienen que reconocer que hay un Ser superior que se llama Dios y es
quien decide el límite de sus días. ¿Existe alguien que pueda poner freno a la
muerte y competir con Dios? No, absolutamente nadie puede lograrlo.
Personalmente cuando me
diagnosticaron cáncer de seno, también me dirigí al Señor como David y le pregunté ¿Hasta cuándo
Señor me dejarás? ¿Cuánto tiempo me queda por vivir? Eso fue hace más o menos
siete años y el 14 de abril pasado cumplí cuarenta años de haberle conocido
como mi Señor y Salvador. Si hago las cuentas quedan treinta y tres de muy poco
fruto. Yo le hablé al Señor en medio de mi angustia y le hice saber que todavía
no quería irme; sentía que no había hecho nada por Él y en verdad, me daba
hasta vergüenza presentarme en su presencia con las manos vacías. Le pregunté
qué podía hacer entonces, y el Señor por medio de su Santo Espíritu me hizo
entender cuánto me gusta escribir y fue como si me dijera muy quedo: ‘Utiliza
el don que te he dado; haz tus devocionales y divúlgalos’. Desde ahí empecé a
enviarlos con el nombre de “MIS DEVOCIONALES COMPARTIDOS” a todos los contactos
que admitieron recibirlos. Después mi hijo Daniel Andrés me abrió un blog que
ha permitido que muchas más personas los lean.
No es que esto lo sea todo; pero cada vez que alguien me comenta algo
sobre ellos, yo veo la mano del Señor encima de mi vida usándome para su gloria
y honra. Sé que algunos de mis contactos los usan también para evangelizar o
reenviarlos a otros tantos y ese era el fin.
¡Gloria y honor al Señor quien es el Dueño de mi vida y lo ha permitido!
Mi recomendación es que
no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy para quien es el Rey y Amo de tu
vida. No esperes como yo a vivir una situación desesperada, para que caigas en
cuenta de lo fugaz que son los días que nos quedan para vivir y que cada nuevo
amanecer es un regalo más de Dios que hay que saberlo administrar muy bien.
Amado Señor: Enséñanos
a contar bien nuestros días para que en cada uno de ellos podamos manifestar tu
poder y amor. Queremos ser útiles en tus manos; no quedarnos quietos y entender
que aquí estamos de paso y que nuestra morada eterna está más allá. Ante todo
Señor, toma nuestras vidas, te las entregamos para que seas Tú gobernándolas y
llevándolas a un feliz encuentro contigo.
Un abrazo y bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario