lunes, 4 de mayo de 2015

En cada nuevo día honrar su Nombre



Hazme saber, Señor, el límite de mis días, y el tiempo que me queda por vivir; hazme saber lo efímero que soy. 
Salmo 39:4.


Lectura: Salmo 39:1-13.  Versículo del día: Salmo 39:4.

MEDITACIÓN DIARIA

Cuando estamos angustiados y hay algo que nos congoja especialmente relacionado con la salud, es cuando en verdad nos damos cuenta que la vida es muy fugaz y que en cualquier momento puede parar. No somos nada ni nadie para decir: ‘yo mando en ella y la tomo o la dejo cuando quiera’. No; es cuando incluso muchos incrédulos tienen que reconocer que hay un Ser superior que se llama Dios y es quien decide el límite de sus días. ¿Existe alguien que pueda poner freno a la muerte y competir con Dios? No, absolutamente nadie puede lograrlo.
Personalmente cuando me diagnosticaron cáncer de seno, también me dirigí  al Señor como David y le pregunté ¿Hasta cuándo Señor me dejarás? ¿Cuánto tiempo me queda por vivir? Eso fue hace más o menos siete años y el 14 de abril pasado cumplí cuarenta años de haberle conocido como mi Señor y Salvador. Si hago las cuentas quedan treinta y tres de muy poco fruto. Yo le hablé al Señor en medio de mi angustia y le hice saber que todavía no quería irme; sentía que no había hecho nada por Él y en verdad, me daba hasta vergüenza presentarme en su presencia con las manos vacías. Le pregunté qué podía hacer entonces, y el Señor por medio de su Santo Espíritu me hizo entender cuánto me gusta escribir y fue como si me dijera muy quedo: ‘Utiliza el don que te he dado; haz tus devocionales y divúlgalos’. Desde ahí empecé a enviarlos con el nombre de “MIS DEVOCIONALES COMPARTIDOS” a todos los contactos que admitieron recibirlos. Después mi hijo Daniel Andrés me abrió un blog que ha permitido que muchas más personas los lean.  No es que esto lo sea todo; pero cada vez que alguien me comenta algo sobre ellos, yo veo la mano del Señor encima de mi vida usándome para su gloria y honra. Sé que algunos de mis contactos los usan también para evangelizar o reenviarlos a otros tantos y ese era el fin.  ¡Gloria y honor al Señor quien es el Dueño de mi vida y lo ha permitido!
Mi recomendación es que no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy para quien es el Rey y Amo de tu vida. No esperes como yo a vivir una situación desesperada, para que caigas en cuenta de lo fugaz que son los días que nos quedan para vivir y que cada nuevo amanecer es un regalo más de Dios que hay que saberlo administrar muy bien.

Amado Señor: Enséñanos a contar bien nuestros días para que en cada uno de ellos podamos manifestar tu poder y amor. Queremos ser útiles en tus manos; no quedarnos quietos y entender que aquí estamos de paso y que nuestra morada eterna está más allá. Ante todo Señor, toma nuestras vidas, te las entregamos para que seas Tú gobernándolas y llevándolas a un feliz encuentro contigo.

Un abrazo y bendiciones.

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