Pero las otras semillas cayeron en buen terreno, en el que se dio una cosecha que rindió treinta, sesenta y hasta cien veces más de lo que se había sembrado.Mateo 13:8.
Lectura: Mateo 13:1-23. Versículo del día: Mateo 13:8.
MEDITACIÓN DIARIA
Esta es la parábola del
sembrador que el Señor le relata a la multitud que se reunió para verlo y les
hablaba así, porque era poco lo que le entendían. El Señor usa esta parábola
para explicarles lo que sucede con los que escuchan el mensaje de las Buenas
Nuevas. Les explicó perfectamente la parábola: la semilla que se siembra es la palabra del reino y por eso, la esparcida
junto al camino que se comieron los pájaros, es similar al que oye la palabra
acerca del reino y no la entiende; entonces el maligno viene y arrebata lo que
se sembró en su corazón. La semilla que cayó en terreno pedregoso es el que la
oye y recibe con alegría, pero como no está enraizada fácilmente se debilita al
surgir problemas o persecuciones. La semilla que cae entre espinos es el que
oye la palabra, pero las preocupaciones y el engaño de las riquezas la ahogan y
no la dejan dar fruto. Las otras semillas que cayeron en buen terreno dieron
una buena cosecha, que rindió hasta cien veces más de lo sembrado.
¿Quién es el sembrador?
Indudablemente el primero en sembrar la semilla fue el Señor Jesucristo; ahora
nos corresponde a nosotros como sus discípulos que somos. Tenemos que insistir,
persistir y no desistir en el riego de las semillas. Serán muchas más las que
logren caer en buena tierra, que las que dejen de dar fruto por la falta que
sea. Y cuando veamos que cae para dar fruto, no desanimarnos si el fruto no
llega al ciento por ciento; pues no todos tienen los mismos dones y talentos y
Dios utiliza a cada uno de manera diferente. Hay que seguir la labor y creo yo,
empezar a abonar el terreno en el que deseamos esparcir las semillas cuanto
antes. Esforcémonos, seamos valientes; levantémonos a predicar el Evangelio de
las Buenas Nuevas. Conocemos la Verdad, no podemos callar y consentir que la
tierra se torne árida y estéril.
Amado Señor: Gracias
porque también somos dichosos al permitirnos ver y escuchar tu mensaje de
salvación. Queremos ser también grandes sembradores. Enséñanos a ser constantes
sin desalentarnos ni desmayar porque no logremos los objetivos propuestos. Lo
importante Señor es que pongas en nosotros tanto el querer como el hacer e ir a
los campos a regar la bendita semilla de tu Palabra. ¡Utilízanos buen Maestro!
Un abrazo y
bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario