Encamíname en tu verdad, ¡enséñame! Tú eres mi Dios y Salvador; ¡en ti pongo mi esperanza todo el día!Salmo 25:5.
Lectura: Salmo
25:1-22. Versículo del día: Salmo 25:5.
MEDITACIÓN DIARIA
David eleva su clamor
al Señor; muy seguramente está pasando una dura prueba y le pide que por su
amor no lo deje avergonzar ante sus enemigos (vv. 1 y 2). Todos debemos
dirigirnos al Señor cada día; cada mañana para pedirle que nos encamine en su
verdad y nos enseñe. Debemos ser instruidos por Él mismo. Cuando nos dedicamos
a alguna profesión, es nuestro deseo ir investigando y aprendiendo. ¿Cómo no
hacerlo cuando conocemos al Señor? Él lo hace a través del Espíritu Santo: “Pero
cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad, porque
no hablará por su propia cuenta sino que dirá sólo lo que oiga y les anunciará
las cosas por venir” (Juan 16:13). Si nos disponemos a aprender, aprenderemos
de su Palabra lo que Dios desea para nosotros y día a día nos va señalando la
senda correcta para llegar el momento en que con honestidad digamos: “Sean mi protección la integridad y la rectitud, porque en ti
he puesto mi esperanza” (v.21 en la lectura).
Considero que
principalmente en las pruebas y adversidades es cuando más debemos pegarnos al
Señor y cuando más tiene que salir a relucir nuestra fe y fortaleza porque de
lo contrario todo lo que hemos hablado y practicado no tendría fin: “Si en el
día de la aflicción te desanimas, muy limitada es tu fortaleza” (Proverbios 24:10).
Nuestra fe porque hay que tener la mirada puesta en el autor y consumador de
nuestra fe (Hebreos 12:2) y la fortaleza porque es un mandato: “esfuérzate y sé
valiente” (Josué 1:6). Por difícil y oscuro que veamos el camino, el Señor se
encargará de despejarlo e ir aclarándolo para que podamos avanzar. Confiemos en
su enseñanza y guía.
Amado Señor: A veces somos tercos
e indisciplinados y no acatamos tus enseñanzas; te pedimos perdón y te rogamos
que nos lleves contigo de la mano para no desviarnos de la senda trazada. Si
nuestro sendero está lleno de pedregales que roben nuestra paz, te rogamos que
aumentes nuestra fe y nos llenes de tu fortaleza para proseguir y cumplir tu
voluntad. Gracias buen Señor.
Un abrazo y
bendiciones.
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