Una sola cosa le pido al Señor, y es lo único que persigo: habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor y recrearme en su templo.Salmo 27:4.
Lectura: Salmo 27:1-14. Versículo del día: Salmo 27:4.
MEDITACIÓN DIARIA
A veces no entendemos
lo que significa habitar con el Señor todos los días y extasiarnos contemplando
su hermosura. María la hermana de Marta, supo desde un comienzo lo que
significaba para ella estar en la presencia del Señor y deleitarse con su
compañía y enseñanza. Esto me recuerda mis primeros años en el cristianismo,
cuando un líder muy querido nos narraba cómo eran sus encuentros con el Señor.
Era tal su amor y entusiasmo por Él, que cuando se sentaba a hablarle, colocaba
otra silla a su lado aduciendo que era la del Señor. De verdad que este hombre era muy genuino e
irradiaba una paz y amor como pocos demuestran. Recordemos que ante la queja de
Marta por no tener colaboración por parte de María, el Señor le responde: “—Marta,
Marta, estás inquieta y preocupada por muchas cosas, pero sólo una es necesaria. María ha escogido
la mejor, y nadie se la quitará” (Lucas 10:41-42). Muy seguramente este buen
líder sabía escoger la mejor parte; la verdaderamente necesaria.
Busquemos al Señor.
Busquémosle con corazón sincero, con alegría y entusiasmo; con dedicación y
confianza; hablémosle como al mejor amigo. Nadie nos puede acoger con amor más
grande que el de Él. “Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el Señor me
recibirá en sus brazos” (v. 10 en la lectura). Dejémonos enamorar por Jesús y
preguntémosle al amor de nuestra vida, ¿dónde apacienta sus rebaños?, ¿dónde a la hora de la siesta los hace
reposar? (Cantares 1:7), para ir en pos de su encuentro y adormecernos con Él.
Sin duda alguna hay que seguir sus huellas y entrar en su rebaño. Allí
contemplaremos todo lo que Él es y nos deleitaremos con su hermosura y
grandeza.
Amado Señor Jesús: No
quiero perder tus huellas. Mi deseo es seguirte y complacerte en lo que te
agrada. Quiero habitar en tu casa, corretear por tu rebaño y descansar en tus
brazos a la hora de la siesta. Contemplarte a Ti es trasportarme desde aquí al
cielo que me aguarda. Gracias por tu inmenso amor y bondad. ¡Te amo mi Jesús!
¡Tú lo llenas todo!
Un abrazo y
bendiciones.
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