miércoles, 8 de abril de 2015

Nuestra ofrenda diaria al Señor




El Señor llamó a Moisés y le habló desde la Tienda de reunión. Le ordenó  que les dijera a los israelitas: Cuando alguno de ustedes traiga una ofrenda al Señor, deberá presentar un animal de ganado vacuno u ovino. 
Levítico 1:1-2.


Lectura: Levítico 1:1-17.  Versículos del día: Levítico 1:1-2.

MEDITACIÓN DIARIA

En el Antiguo Testamento, el Señor aceptaba las ofrendas llevadas por los israelitas, bien fuera de un animal vacuno u ovino o incluso de ave (v. 14). Estos eran presentados al Señor como propiciación por ellos y el Señor los aceptaba. La sangre de estos animales era derramada alrededor del altar. Todo esto no era nada más que un ejemplo de lo que haría el Señor Jesús por nosotros. Él es el Cordero inmolado, que como lo expresó Juan el Bautista: “que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29).
Personalmente entiendo que estos sacrificios se hacían también como parte de adoración a Dios y eran voluntarios puesto que dice: “Cuando alguno de ustedes traiga una ofrenda al Señor”. En hebreo el término para ofrenda es oláh que significa ascender. Todas estas ofrendas eran quemadas o sea que su humo subía como parte de la adoración a Dios.
Nosotros que ya conocemos al  Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, debemos rendirle culto completo igual como lo hacían los israelitas con sus animales, pero como ya no necesitamos de ellos, entonces, considero que somos nosotros voluntariamente, presentándonos diariamente ante el Señor, entregándole todo lo nuestro. Pablo nos enseña que este es nuestro culto racional: “Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios” (Romanos 12:1). Y algo que debemos tener muy en cuenta en estos tiempos: “No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta” (Romanos 12:2); voluntad que tenemos que aprender a acatar.

Amado Señor: Gracias porque ya no necesitamos de un ternero o cordero para recurrir a tu presencia y sentirnos propicios por Ti. Queremos Señor día a día entender lo que hiciste por nosotros con tu muerte y resurrección y aprender a agradarte integralmente como ofrenda que suba para adorarte  y darte toda la gloria y honor que te corresponde como el Rey de reyes y Señor de señores que eres.

Un abrazo y bendiciones.

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