—Aunque todos te abandonen —declaró Pedro—, yo jamás lo haré.Mateo 26:33.
Lectura: Mateo 26:1-46. Versículo del día: Mateo 26:33.
MEDITACIÓN DIARIA
Personalmente considero
que ninguno de los discípulos se percataba de lo que en realidad era la situación
del Señor. Fue muy poco lo que entendieron cuando les comunicó sobre la
traición de uno de ellos (vv. 20-25), cuando instituyó la cena (vv. 26-29) y
aun cuando los invitó a orar en el Getsemaní poco comprendieron su angustia (vv.
36-46). Bajo estas circunstancias, Pedro dice por decir, palabras que no
cumpliría.
Me parece que es algo
similar a lo que vivimos actualmente en las congregaciones. Son muchos los que
andan cerca al Señor pero el compromiso es muy poco. Dentro de mi entender
justifico a los discípulos porque ellos sin tener todavía al Espíritu Santo era
poco lo que lograban captar y a medida que se desarrollaron los hechos fueron vislumbrando
quien era en verdad Jesús de Nazaret. Creo que nosotros tenemos una ventaja y
es que si fuimos sinceros al decirle que entrara en nuestras vidas, tanto el
Padre como el Espíritu Santo hicieron presencia desde ese mismo instante y es
el Espíritu quien nos guía a toda verdad. Pero ¿Cuántos hemos sido Pedro
negándolo de una u otra manera? ¿Cuántas veces hemos querido tener comunión con
Dios y nos quedamos también dormidos? ¿Y cuántas otras tantas leemos la Palabra, sabemos lo que dice pero
poca importancia le damos? Nos entra por
un oído y nos sale como si nada por el otro.
En esta semana
busquemos un tiempo de reflexión sobre lo que en verdad vino a hacer el Señor
Jesús por nosotros y aceptemos su sacrificio entendiendo que si no hubiese sido
por su muerte y resurrección estaríamos todos perdidos.
Amado Señor: Te damos
infinitas gracias por tu pasión y muerte en el Calvario. Te damos gracias
porque cada gota de sangre derramada allí fue para el perdón de nuestros
pecados. Moriste cruentamente sin merecerlo, solamente para que nosotros
pudiéramos gozar de la vida eterna contigo, restaurando la relación entre Dios
Padre y la humanidad. ¡Te adoramos buen Jesús!
Un abrazo y
bendiciones.
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