viernes, 3 de abril de 2015

Una muerte real y cruenta por ti y por mí




Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados. 
Isaías 53:5.


Lectura: Isaías 53:1-12.  Versículo del día: Isaías 53:5.

MEDITACIÓN DIARIA

“¿Quién ha creído a nuestro mensaje y a quién se le ha revelado el poder del Señor?” (v. 1). Con estas palabras comienza el capítulo del profeta Isaías escrito unos 750 años antes de la venida del Señor y ahora en estos tiempos más de dos mil años d.C, como cristianos nos preguntamos lo mismo.¿Quién ha creído a nuestro mensaje? ¿Por qué el hombre en general no cree el mensaje de las Buenas Nuevas de Jesucristo; y si lo cree no lo entiende? En un país tan tradicional en su religión como el nuestro, casi que es superficial la pasión, muerte y resurrección del Señor. Las personas están tan acostumbradas a ver un crucifijo con la figura de un hombre crucificado que con eso basta. 


Al Señor sí lo crucificaron, pero dice la Escritura aquí que fue traspasado por nuestras rebeliones y molido por nuestras iniquidades. “No había en él belleza ni majestad alguna;     su aspecto no era atractivo y nada en su apariencia lo hacía deseable” (v. 2 b). El Señor Jesús no quedó tan bonito como lo vemos colgado en los crucifijos; ni fueron leves las heridas de la corona de espinas ni el flagelo que le causaron; mucho menos la clavada de la lanza que debió llegar hasta lo profundo de su corazón, o los martillazos en sus manos y pies. Fue tal su martirio que de Él no quedó figura alguna; en vez de desear mirarlo, sentían asco y repugnancia porque simplemente era una masa. En eso se convierten los granos cuando los molemos: en masa. Y todo esto nuestro buen Jesús lo padeció por ti y por mí; porque “Todos andábamos perdidos, como ovejas; cada uno seguía su propio camino, pero el Señor hizo recaer sobre él la iniquidad de todos nosotros” (v .6). “porque derramó su vida hasta la muerte, y fue contado entre los transgresores. Cargó con el pecado de muchos, e intercedió por los pecadores” (v. 12).
Hoy el pueblo cristiano conmemora su padecimiento y deberíamos tener en cuenta la profundidad de su Palabra; pedirle al Espíritu Santo que nos de discernimiento y entendamos la obra redentora de Jesús por nosotros. Murió para darnos sanidad y salvación.

Amado Señor Jesús: Gracias por tu venida al mundo y por haber pagado por nosotros un precio tan grande. Gracias porque no hay amor mayor que dar la vida por los demás sin ni siquiera merecerlo. Gracias porque tu amor fue incondicional para devolvernos la relación con Dios Padre que se había perdido desde el comienzo de la creación. Gracias porque ahora tu bendita sangre nos limpia de todo pecado y tenemos la entrada al cielo. Reconocemos Señor todo lo hecho por cada uno y te aceptamos en nuestro corazón como Salvador personal, sabiendo que no seríamos capaces de pagar semejante precio como lo hiciste Tú.  ¡Te adoramos Señor y te damos toda la honra, gloria y honor porque solo Tú lo mereces y eres digno de recibirla! Sin tu gracia, estaríamos perdidos.

Un abrazo y bendiciones.

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