Luego le dijo a Tomás: —Pon tu dedo aquí y mira mis manos. Acerca tu mano y métela en mi costado. Y no seas incrédulo, sino hombre de fe.Juan 20:27.
Lectura: Juan 20:19-31.
Versículo del día: Juan 20:27.
MEDITACIÓN DIARIA
Hay muchos Tomás por
todas partes. Algunos hasta se mofan de nosotros por creer en un Jesús
resucitado; para ellos esto es un cuento o fábula risible. Necesitan
directamente meter la mano en su costado (v. 25) para creer; necesitan entender
que su pasión fue por ellos también y precisan una sacudida muy fuerte para que
sus ojos puedan ver la luz verdadera. El Señor en su infinita misericordia no
deja pasar desapercibido un conflicto o tribulación. Si es necesario se cogerá
de esa situación para que por fin los incrédulos como Tomás puedan exclamar
también con convicción: ¡Señor mío y Dios mío! (v. 28). Sí, muy dichosos los
que sin ver creen pero también demasiado dichosos los que por circunstancias
adversas llegan a los pies del Señor.
No te dejes engañar. El
adversario, el diablo es el enemigo número uno y el que más interesado está en
que sigas creyendo que vas por buen camino y deseches a Jesús. La incredulidad
anda rondando por doquiera que vayamos. Jesús está dispuesto a que introduzcas
tu mano en su costado y veas las marcas de los clavos en su cuerpo. ¡Déjate
cautivar por Él!
Amado Señor: Gracias
porque andamos por fe y sabemos que esa fe es nuestro motor que día a día nos
trasporta de tu mano. Gracias por tu Santo Espíritu que ha puesto la certeza de
un futuro mejor en nuestro corazón, con la firme convicción que estaremos
contigo en la eternidad porque hemos creído que eres el Cristo que habría de
venir al mundo a redimirnos del pecado. ¡Lo confesamos y declaramos buen Señor!
Un abrazo y bendiciones.
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